lunes, 31 de julio de 2017

Al principio adoré


Al principio adoré. Lo que adoraba era humano. No personas; no totalidades, no seres denominados y delimitados. Sino signos. Parpadeos de ser que me impactaban, que me incendiaban. Fulguraciones que llegaban a mí: ¡Mira! Yo me abrasaba. Y el signo se retiraba. Desaparecía. Mientras yo ardía y me consumía entera. Lo que me sucedía, poderosamente lanzado desde un cuerpo humano, era la Belleza: había un rostro, en él estaban inscriptos, guardados, todos los misterios, yo estaba delante, presentía que había un más allá al que no tenía acceso, un allá sin límites, la mirada me oprimía, me impedía entrar, yo estaba afuera, en acecho animal. Un deseo buscaba su morada. Yo era ese deseo. Yo era la pregunta. Destino extraño de la pregunta: buscar, perseguir las respuestas que la calmen, que la anulen. Si algo la anima, la eleva, la incita a plantearse, es la impresión de que el otro está allí, muy cerca, existe, muy lejos, de que en algún lugar en el mundo, una vez cruzada la puerta, está la cara que promete, la respuesta por la cual uno continúa moviéndose, a causa de la cual uno no puede descansar, por amor a la cual uno se contiene de renunciar, de dejarse llevar; a muerte. ¡Qué desgracia, empero si la pregunta llegara a encontrar su respuesta! ¡Su fin!

Amar: conservar vivo: nombrar


Hélène Cixous
La llegada a la escritura
Editorial Amorrurtu, 2006
Trad. Irene Agoff

Consideraciones



Considero valor cada forma de vida, la nieve, la fresa, la mosca.
Considero valor el reino mineral, el conjunto de las estrellas.
Considero valor el vino junto a la pasta, una sonrisa involuntaria,
el cansancio que no niegan dos viejos que se gustan.
Considero valor lo que mañana no valdrá nada y lo que hoy ya vale poco.
Considero valor todas las heridas.
Considero valor ahorrar agua, reparar zapatos, callar a tiempo,
socorrer a gritos, pedir permiso antes de sentarse, probar gratitud
sin recordar bien el porqué.
Considero valor poder saber dónde está el norte en una habitación
y el nombre del viento que seca la ropa.
Considero valor el viaje del vagabundo, la clausura del monje,
la paciencia del condenado sea cual sea su culpa.
Considero valor emplear el verbo amar y la hipótesis
que un creador existe.
Muchos de estos valores no los he conocido.

Considero valores todas las heridas

domingo, 30 de julio de 2017

Tengo dos hambres


Arriba, vivo en la escritura. Leo para vivir. Leí muy pronto: no comía, leía. Siempre “supe” sin saberlo, que me alimentaba de texto. Sin saberlo. O sin metáfora. Había poco sitio para la metáfora en mi existencia, un espacio muy restringido, que a menudo yo anulaba. Tengo dos hambres: una buena y una mala. O la misma sufrida de modo diferente. Tener hambre de libros era mi alegría y mi tormento. Libros, casi no tenía. No hay dinero, no hay libro. Roí en un año la biblioteca municipal. Yo mordisqueaba, y al mismo tiempo devoraba. Como con los pasteles de Jánuca: pequeño tesoro anual de diez pasteles de canela y jengibre. ¿Cómo conservarlos consumiéndolos? Suplicio: deseo y cálculo. Economía del tormento. Por la boca aprendí la crueldad de cada decisión, un mordisco, lo irreversible. Guardar no es gozar. Gozar y no gozar más. La escritura es mi padre, mi madre, mi nodriza amenazada.

Hélène Cixous
La llegada a la escritura
Editorial Amorrurtu, 2006
Trad. Irene Agoff

sábado, 29 de julio de 2017

Otra versión


Otra versión

Nuestros árboles son álamos pero la gente
los confunde con abedules,
piensan que somos personajes
de una novela rusa, igual que Kitty y Levin
que viven alegremente en el campo.
Los amigos de la ciudad miran cómo comen
juntos los pájaros y los conejos
sobre la nieve espesa y blanca.
(Tenemos inviernos rusos en Illinois,
aunque no haya trineos, hay comadrejas en lugar de lobos,
y ningún sirviente fiel nos hace el trabajo.)
En nuestra casa, como en una obra rusa,
vive un viejo, y es mi papá.
Él se deja ir año a año en cámara lenta,
y la tristeza nos queda atrapada dentro
como una manzana envenenada
que no sube ni baja.
Pero como las tres hermanas, hablamos rara vez
de lo que a la noche nos mantiene despiertas.
Igual que ellas, nos quejamos de las cosas
que en realidad no importan y hablamos
de los placeres y el futuro:
nos decimos mutuamente que a los sauces
este año el verde se les esfumó muy pronto.

Versión de Sandra Toro

Epitafio


Sabiendo que iba a morir, el joven Cadou dejó escrito para su tumba un breve epitafio que pidió a su familia que fuera considerado como sus "obras completas". Una petición irónica. Ese epitafio reza así: "Intenté sin éxito ser más muebles, pero ni eso me fue concedido. Así que he sido toda mi vida un mueble, lo cual, después de todo, no es poco si pensamos que lo demás es silencio ".

Enrique Vila-Matas
Bartleby y compañía

El rumor de las máquinas crecía


El rumor de las máquinas crecía
en la sala contigua: ya mi espera
de un adjetivo -o de tu cuerpo- no era
más que un intento de acortar el día.

La noche que llegaba y precedía
el viento del desierto, la certera
luz -o tus pies desnudos en la estera-
del ocaso, su tiempo suspendía.

No recuerdo el amor sino el deseo:
no la falta de fe, sino la esfera-
imagen confrontando su espejeo

con la textura blanca, verdadera
página -o tu cuerpo que aún releo-;
vasto ideograma de la primavera.

El rumor de las máquinas crecía...

Quién dice


¿Quién dice que se nos murió todo
Cuando se nos quebraron los ojos?
Todo despertó, todo comenzó.

Die Niemandsrose


Yo habito un dolor


"Yo habito un dolor”

No dejes el cuidado de gobernar tu corazón a esas ternuras parientas del otoño del que ellas toman su plácido aspecto y su afable agonía. El ojo es precoz para plegarse. El sufrimiento conoce pocas palabras. Prefiere acostarse sin carga: soñarás con el mañana y tu lecho te será leve. Soñarás que tu casa ya no tiene vidrios. Estás impaciente por unirte al viento, al viento que recorre un año en una noche. Otros cantarán la incorporación melodiosa, las carnes que sólo personifican la hechicería del reloj de arena. Condenarás la gratitud que se repite. Más tarde, te identificarás con algún gigante disgregado, señor de lo imposible.

Sin embargo.

No has hecho más que aumentar el peso de tu noche. Has vuelto a la pesca en las murallas, a la canícula sin verano. Estás furioso contra tu amor en el centro de una comprensión que enloquece. Piensa en la casa perfecta que nunca verás elevarse. ¿Para cuándo la cosecha del abismo? Pero has vaciado los ojos del león. Crees ver pasar la belleza por encima de las lavandas negras.

¿Qué es lo que te ha izado, una vez más, un poco más arriba sin convencerte?

No hay sitio puro.

René Char
De: “El poema pulverizado” (1945-1947)
Trad. Raúl Gustavo Aguirre

martes, 25 de julio de 2017

Recuerdo mal los días


Recuerdo mal los días. La luminosidad solar empañaba los colores, aplastaba. De las noches me acuerdo. El azul estaba más lejos que el cielo, estaba detrás de todas las densidades, recubría el fondo del mundo. El cielo, para mí, era esa estela de pura brillantez que atraviesa el azul, esa fusión fría más allá de cualquier color. El aire era azul, se cogía con la mano. Azul. El cielo era esa palpitación continua de la brillantez de la luz.

Marguerite Duras
El amante
Ed. Tusquets, 1994
Trad. Ana María Moix

Fot. Joseph Goldyne
Drypoint, Opening Tulip,1987

He sido


Sí, he sido mi padre y he sido mi hijo, me he planteado preguntas y las he contestado lo mejor que pude, me he hecho repetir, noche tras noche, la misma historia, que me sabía de memoria sin poder creerla, o caminábamos, cogidos de la mano, mudos, sumergidos en nuestros mundos, cada uno en sus mundos, con las manos olvidadas, una en la otra. Así he resistido, hasta el presente. Y aún esta noche parece que todo marcha bien, estoy en mis brazos, me tengo en mis brazos, sin mucha ternura, pero fielmente, fielmente. Durmamos, como bajo aquella lejana lámpara, confundidos, por haber hablado tanto, escuchado tanto, penado tanto, jugado tanto.



domingo, 23 de julio de 2017

Y dicen que


...y dicen que, anclada en el sueño, sembraba de melodías la albura de la alcoba a la que, de vez en cuando, yo me asomaba por entre las paredes bermejas del corredor.

Maruyme
Hotarú Monogatari
(Dedicatoria de Manuel Serrat Crespo en su traducción de Los Cantos de Maldoror)

Dibujo: Vanna Bowles

El hombre frente al lago


En el silencio,
el hombre frente al lago:
Tranquilidad.

...y pienso ahora, tras haber leído de nuevo el hayku, que anoche caí en la trampa. Tanto tiempo sintiendo la frialdad del signo y -de pronto- escribo un poema en el que codifico la sensación. Digo "tranquilidad" y todo se hace palabra, pensamiento tal vez, abstracción sin duda.

Mejor hubiera sido:

Envuelto en brisa
el hombre frente al lago.
Nace el silencio. 

Donde la brisa es el fluir tranquilo que se detiene en el instante, en la mirada, en la imagen (hombre-agua) para congelarse más allá del tiempo: la eternidad en el fluir de la brisa-tiempo.

Maruyme, Diario de viaje
Edit. Reverso 2004

Lamiendo el caracol


La niña me mira, coge un caracol, lo pone dulcemente en la palma de su mano, con la lengua lame el ente viscoso, algo húmedo, que no se mete en la cáscara. – ¿Y si un ser no puede ya ejecutar su propio gesto irremediable?.

Fleur Jaeggy
El dedo en la boca

sábado, 22 de julio de 2017

Alegría


Se sabe que la alegría es inusual, más difícil, y más bella que la tristeza. Una vez que haces este gran descubrimiento, la debes adoptar como una obligación moral. 

André Gide

Mirada


Sólo al borde del acto sexual, cuando han caído ya los principales obstáculos, se vuelve lánguida la mirada y favorece la actitud de abandono: los ojos permanecen justo lo bastante abiertos como para sugerir un acto que los haga cerrarse en beneficio del goce (...) los ojos tratan de expresar que uno esta dispuesto a prescindir de todo acto defensivo u ofensivo, y para ello la mirada se desvanece, se relaja, dispuesta a renunciar a su función habitual: ver

François Duyckaerts
La formación del vínculo sexual
Ed. Guadarrama, 1966

Fot. Donata Wenders

Yo había saltado


Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había alguien que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo. No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener la caída de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad.

Paul Auster
El palacio de la luna

viernes, 21 de julio de 2017

Granada


Nunca era tan bella como al fin de un día caluroso de estío o primavera a la hora de la fresca, sentada en el pretil de uno de esos jardines de España, que dominaban un vasto horizonte. Así fue Granada para ella la ciudad de sus noches de amor. Yo no le podría dar más que en Granada, ella no podría dar nunca más que en Granada. Entonces comprendí hasta qué punto ella era una especie de odalisca cristiana. La presentía puesta en versos árabes. El delirio, el desmayo y la dulzura trágica de su entrega estaban bien con el secreto de embriaguez y de melancolía de los jardines andaluces. Ella podía haberme abierto un mundo con esto pero aquel mundo no era el mío. No sabía yo vivir en él. No fue ella a Granada porque la agudeza del instinto la condujera al escenario aquel de sus jardines, sino porque sentía hacia la Alhambra una cándida admiración, como ante una obra colosal de paciente ganchillo hecha arquitectura de colores.

Rafael Sánchez-Mazas
Rosa Kruger
Ed..Trieste

Foto: Karl Blossfeldt

Escribir


Alguien puede haber leído todos los libros del mundo y no llegar a ser escritor, porque el autor no puede brotar fuera de la existencia de una herida interna, del mismo modo que la perla surge a partir de un granito de arena que está lastimando a la concha

Mircea Cãrtãrescu
El ojo castaño de nuestro amor
Ed. Impedimenta
Trad. Marian Ochoa de Eribe

Yo


Yo, este cuerpo animado tan ligero para sí mismo
.....
Algún éter secreto en mis huesos
me aligera lo mismo que un pájaro.

"Jeux cosmiques. Sensation de soi".

Collage: Francisca Pageo

Dame


Dame algo más que silencio o dulzura
Algo que tengas y no sepas
No quiero regalos exquisitos
Dame una piedra

No te quedes quieto mirándome
como si quisieras decirme
que hay demasiadas cosas mudas
debajo de lo que se dice

Dame algo lento y delgado
como un cuchillo por la espalda
Y si no tienes nada que darme
¡dame todo lo que te falta!

Dame

Ciudades


Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos.

Italo Calvino
Las ciudades invisibles
Ed. Siruela, 2013
Trad. Aurora Bernárdez

La celda


III
La Celda con la figura arco de la histeria trata sobre el dolor emocional y psicológico. Aquí, el arco de la historia, placer y dolor se funden en un estado de felicidad. El arco de ella -la escalada de la tensión y su liberación- es sexual. Es un sustituto del orgasmo sin acceso al sexo. Ella crea su propio mundo y es muy feliz. En ningún lugar está escrito que una persona en tal estado sufra. Ella funciona en una celda fabricada por sí misma dónde las reglas de la felicidad y la tensión nos son desconocidas al resto.
La tabla de planchar representa el alisamiento de las arrugas, la disminución de la tensión camino del sueño. Está el gran sueño, que es la muerte, y el pequeño sueño que sigue al orgasmo.

Louise Bourgeois
Sobre las Celdas

Fot. Celda (Arco de histeria), 1992-93
Louise Bourgeois

miércoles, 19 de julio de 2017

Afán para no separarme de ti


Afán para no separarme de ti,
por tu belleza, lucha por no quedar en dónde quieres tú,
aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.
Ansia de irse dejando atrás anécdotas, vestidos, caricias,
de llegar atravesando todo lo que en ti cambia,
a lo desnudo y a lo perdurable.
Y mientras siguen dando vueltas y vueltas, entregándose,
engañándose, tus rostros, tus caprichos y tus besos,
tus delicias volubles, tus contactos rápidos con el mundo,
haber llegado yo al centro puro, inmóvil, de ti misma,
y verte cómo cambias, y lo llamas vivir,
en todo, en todo si, menos en mí, dónde te sobrevives.

Afán para no separarme de ti


La mujer transparente


La mujer transparente

Tu voz era una bebida que yo sorbía silencioso
ante las miradas asombradas
un pájaro de luz
salió de tu cuerpo transparente
pájaro de luz
instante que revolotea
a una velocidad vertiginosa
atravesando calles y calles
persiguen tu cuerpo que huye
¿cuándo podrás alejar a la jauría enloquecida?
desamparada
te has destrozado al caer
los restos de tu cuerpo se arrastran por todos los rincones
del mundo
ah un día renacerás tú
la transparente
única, inconfundible
levemente inclinada , nunca caída
rodeada de impenetrable silencio
avanzando tu pie frágil entre la vacilante monotonía
ah un día renacerá tu risa
tu risa de pájaro transparente
tu risa herida.


Foto: Jo Ann Callis,1970's

Final


Toda experiencia tiene un final.
La mayoría de las veces
antes de que empiece.

Jmms

Fot. Fudzisan on Tagonoura, Japan, 1881

Leyendo


El museo de la inocencia


(...) Dejó a un lado la pintura que había levantado para mostrárnosla. Miré los juegos de pintura, los pinceles, los botes y los trapos con manchas multicolores que tan atractivos me parecían. Todo estaba muy ordenado, como en los cuadros de los pájaros. Más allá estaban las telas y los dedales de la tía Nesibe. Me eché al bolsillo un dedal de colores de porcelana y una barrita naranja de pastel con la que Füsun había jugueteado nerviosa poco antes. Aquellos meses oscuros de 1979, los peores que vivimos, se corresponden con la época que más objetos hurte de casa de los Keskin. Entonces, dichos objetos, más que simples signos del momento vivido, más que algo que me recordaba aquel bello instante, eran también para mí una parte del momento en sí. Por ejemplo, las cajas de cerillas que expongo en el Museo de la Inocencia... Cada una de estas cajas de cerillas fue tocada por la mano de Füsun, se han impregnado del olor de su mano y de su casi imperceptible aroma a agua de rosas. Cada una de las cajas de cerillas, como todas las demás cosas que expongo en mi museo, cuando luego las cogía entre mis manos en el piso del edificio Compasión me servía para volver a vivir el placer de haber estado sentado a la misma mesa que Füsun y de haberla mirado a los ojos, por supuesto. Pero la felicidad que sentía en mi corazón cuando cogía las cerillas de la mesa y me las echaba al bolsillo como quien no quiere la cosa tenía otro aspecto: era la felicidad de arrancar un pedazo, por pequeño que fuera, de alguien a quien amaba obsesivamente pero a quien no podía "poseer".

Orhan Pamuk
El museo de la Inocencia
Ed. Random House
Trad. Rafael Carpintero

Leyendo


martes, 18 de julio de 2017

lunes, 17 de julio de 2017

Yuxtaposición


Algunos dirán que la falaz belleza creada por la penumbra no es la belleza auténtica. No obstante, como decía anteriormente, nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son insignificantes. Hay una vieja canción que dice:

Ramajes
reunidlos y anudadlos
una choza
desatadlos
la llanura de nuevo
   
Nuestro pensamiento, en definitiva, procede análogamente: creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de diferentes sustancias. Así como una piedra fosforescente, colocada en la oscuridad, emite una irradiación y expuesta a plena luz pierde toda su fascinación de joya preciosa, de igual manera que la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra.


Ed. Siruela, 2016
Traducción: Julia Escobar

Fot. František Drtikol

El silencio


En la septingentésima trigésimo octava de “Las Mil y una noches”, la prohibición es más impresionante todavía: el silencio no puede ser requerido por la palabra. Sólo el silencio puede requerirse a sí mismo: de modo silencioso. Gulnara, hija del rey del mar, permanecía sola en su habitación, apoyada en una de las ventanas que daba al mar.
Ella calla.
El rey se acerca: ella lo reconoció pero “sin manifestar la menor sorpresa, sin ni siquiera levantarse por educación y para recibirlo, como si se tratara de la persona más indiferente del mundo, se giró hacia la ventana como antes”.
Se aman apasionadamente. Gozan el uno del otro. El rey no comprende. “¿Por qué mantenéis este gran silencio que me hiela? ¿De dónde viene esta seriedad, o más bien esta tristeza que me aflige? ¿Añoráis vuestro país, a vuestros amigos? ¡Pero qué! Un rey de Persia que os ama, que os adora, ¿no es capaz de consolaros y de ocupar el lugar de toda cosa en el mundo?”.
Pero es por ello que Gulnara continua callando. ¿Qué necesidad hay de lenguaje entre ella y él? Por más protestas que el rey le haga, por más que le diga para obligarla a abrir la boca y a hablar, ella mantiene los grandes ojos abiertos y lo mira profundamente; no profiere una palabra.
El lenguaje es para la familia, o para la sociedad, o para la ciudad. El sexo y la muerte -que son los otros dones que la vida nos concede- deben preservarse del contacto con el lenguaje. La pasión y el goce reposan sobre la exclusividad y el respeto del silencio. El rey poco a poco comprende; entra en este silencio.

Pascal Quignard
Pequeños tratados II
Edit. Sexto Piso/Kurimanzutto
Trad. Miguel Morey

Gif. Anna Karina

domingo, 16 de julio de 2017

Leyendo


Lecturas escogidas

Todo se olvida


Todo se olvida.
El rumor es un puente.
El color es un puente.
La mirada de un ciervo que olfatea un tesoro,
es un puente,
y vuela con el ave que se aleja del invierno natal.
Vuelan todos los puentes.
Las comunicaciones estallan en fuego y transparencia.
Solo nos queda el puente del olor del infinito.,
la pasarela para el tigre de los sueños.


Libro de las horas


LIBRO DE LAS HORAS
1
No hay orden alguno en mis pensamientos.
Acabada la catedral, compongo la sinfonía.
Luego estudio y torturo. envío los regimientos y proyecto el puente.
También escribo en chino, y deseco la ciénaga.
Más tarde bailo el tango, reúno la flota,
pinto la manzana de las mil maneras,
pero por más que me acueste contigo
el tiempo permanece invisible.
Está y no está.
4
En esta hora me voy conociendo.
Cada vez menos:
¡tenía mil vidas
y elegí una sola!
Lentamente bajo flotando sobre los espejos
en los que me fundiré.
Solo cuando alcanzo la esfera
exploto suavemente:
dos que son uno solo 
se vuelven ninguno.
Así que ni siquiera he escrito estas palabras.
¿Cómo es posible entonces que tú puedas leerlas?
Cuanto más se agranda el ojo
tanto menos hay
que ver.

Tenía mil vidas y elegí una sola
Ed. Siruela

Xanti Schawinsky on a Bauhaus balcony

Ostinato


El gris plata de la mañana, la arquitectura de los árboles perdidos en el enjambre de sus hojas.
El recorrido del sol, su apogeo, su declinación triunfal.
La furia de las tempestades, la lluvia cálida que salta de piedra en piedra y perfuma las praderas.
La risa de los niños que se revuelcan sobre los almiares o que jugaban al caer la tarde alrededor de una vela sosteniendo durante mucho tiempo la palma de la mano sobre la llama.[…]

Louis-René des Forêts
Ostinato
Libros del último hombre, 27
Trad. Hugo Savino

El pájaro que se pierde


El pájaro que se pierde

Aquel está en el día en que aparece, en el día más blanco. Pájaro.

Aletea, se vuela. Aletea, se pierde.

Aletea, reaparece.

Se posa. Y después no está más. Con un batir de alas se ha perdido en el espacio blanco.

Así es mi pájaro familiar, el pájaro que acude a poblar el cielo de mi pequeño patio. ¿Poblar? Ya se advierte cómo…

Pero me quedo en el lugar, contemplándolo, fascinado por su aparición, fascinado por su desaparición.

La vida en los pliegues (1949)
en Antología poética 1927-1986 
Trad. Silvio Mattoni,
Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires,

Diario


Escribe tu diario en la noche
entonces verás más claro
lo que sobrevivió, lo que quedó
lo que te importaba del día
lo que en la vida fue más vivo.
En el espejo del salón apagado
se abre el ojo interior.
Es la suma de las miradas.
Escribe tu diario en la noche
cuando todos se hayan acostado.
Habla cuando todo se silencie,
es cuando eres necesario.
Interpreta el fuego apagado.
Lee el libro cerrado.
Ama el amor extraviado.

Diario

Entrar hacia afuera


Salir hasta la casa, entrar
hacia afuera, a la luz, hasta las aguas
en la espesura adentro en las arenas
de adentro de esta casa en que morir.

De "Fuego Blanco"

De la série Continuités 1982-1985

Falta de amor


La primera nota que me escribiste, la que deslizaste con disimulo dentro del bolsillo de mi abrigo, fue la que produjo el chispazo. Yámame, rezaban unas letras anónimas, escritas con carmín y prisa debajo de un número de teléfono. Te llamé, claro está, no pude resistirme, y al poco ya vivíamos juntos. Desde entonces, lo primero que hago cada mañana al despertar es buscar el mensaje garabateado en un papel que sueles dejarme, apoyado en la cafetera, antes de marcharte a trabajar. Me estremecen tus confusiones sinuosas de bes y uves. Me excitan tus acentos inventados, que se clavan, placenteros, en mis ojos. Me pierden las haches intercaladas a tu antojo, entrometidas, y me encienden las olvidadas, que dejan desnudas las palabras, indefensas. Por eso, cuando no encuentro tus buenos días repletos de errores, revuelvo el piso en busca de cualquier cosa que hayas escrito, en la lista de la compra, en la agenda de teléfonos, en el calendario que cuelga de la cocina o en un papel de tu billetera. Más que lo que me dices, me encanta cómo te equivocas, aunque jamás te lo he confesado. De todos modos, supongo que ya te habrás dado cuenta porque la nota que dejaste esta mañana, mucho más larga que de costumbre, estaba correctamente escrita. Decía que te marchas para siempre y sólo tenía una falta de ortografía. En mi nombre.

Víctor Lorenzo
Falta de amor

Fot. Stanisław Ignacy Witkiewicz

Leyendo


Fot. Eduard Pavlačka, Dvaja, 1967

viernes, 14 de julio de 2017

Felicidad


Cuando hemos visto una sola vez resplandecer la felicidad en el rostro de un ser querido, descubrimos que no puede existir para el hombre otra vocación que la de originar esa luz en los rostros que nos rodean [...]

Albert Camus
Carnets II

Fot. anónima de Albert Camus joven

La profundidad del tiempo


La profundidad del tiempo es una reciente conquista mía. En el silencio de la casa, cuando durante la mañana me quedo sola, reencuentro la felicidad de pensar, de recorrer el pasado adelante y atrás, de escuchar el fluir del presente. Es algo que pocas veces me había pasado antes. Después de una infancia insatisfecha y sin problemas inmediatos, una adolescencia pobre e introvertida y una juventud empecinada, he llegado a una madurez en la que las cosas y los acontecimientos parecen tener un ritmo más lento, que permite la reflexión. Del mundo del trabajo, con los chicos ya bastante crecidos, he sido devuelta a la libertad de mi casa y de mis días. En el humilde y variado trabajo cotidiano, los pensamientos pueden aflorar, organizarse, clarificarse. El tiempo, antes sin casi sin dimensiones, reducido a un mero presente debido a una vida apresurada, acosada por un turbión de obligaciones, de alegrías robadas, y de preocupaciones, ahora se despliega en horas livianas, se dilata y se arrellana, se puebla de resonancias y recuerdos que poco a poco se recomponen en forma de mosaico, emergiendo en pequeños remolinos de un magma indistinto que, durante largos años, se ha ido acumulando en un fondo oscuro y desatendido.

Marisa Madieri
"Verde Agua"
Ed. Minúscula
Trad. Valeria Bergalli.

Fot. Aram Alban
Modèle à la poupée, ca. 1930

jueves, 13 de julio de 2017

Variaciones sobre la palabra sueño


Variaciones sobre la palabra sueño

Me gustaría verte dormir,
algo que tal vez no suceda.
Me gustaría observarte, durmiendo. 
Me gustaría dormir contigo, 
penetrar en tu sueño 
mientras su ola oscura y suave
se desliza sobre mi cabeza
y caminar contigo por ese bosque
ondulante y radiante, de hojas verde mar,
con su sol acuoso y sus tres lunas,
hacia la gruta donde debes descender,
hacia tu peor miedo.

Me gustaría darte la rama plateada, 
la florecilla blanca, la única palabra 
que te protegiera del dolor 
de las entrañas de tu sueño, 
del dolor de tus entrañas

Me gustaría seguirte
al subir la larga escalera otra vez 
y convertirme en la barca 
que te llevara de vuelta con cautela; 
una llama protegida por dos manos ahuecadas
donde reposara tu cuerpo a mi lado, 
y mientras entraras
en ella con tranquilidad,
me gustaría ser el aire que te habita,
solo por un momento.

Me gustaría pasar así de inadvertida
y ser tan necesaria.

Margaret Atwood
Variaciones sobre la palabra sueño
De “Historias reales”, 1990

Fot. Saul Leiter

miércoles, 12 de julio de 2017

Pasar


Pasar

Será un breve pasar entre la ceniza y el viento.
Una suave tentativa, un tenue soplo
a las puertas del silencio. Una pérdida
de todo, del propio sentido y del deseo.
Ser nada pero habitar el instante y sus murmullos
en la infinita dispersión. Entre ruinas,
en los confines de una tierra cenicienta
donde las nubes y los árboles se confunden,
todo tiene sabor a destino y a principio,
a plenitud o nada. Y la palabra vibra
silenciosa, unánime, casi ebria
de un dios vegetal entre cigarras.
El mar ya centellea. El exilio casi cesa.
Lo que es breve perdura en grávida levedad.

Facilidad del aire
Ed. del Oriente y del Mediterráneo
Trad. de Clara Janés

Instante


Instante

Déjame limpio
El aire de los cuartos
Y liso
El blanco de las paredes
Déjame con las cosas
Fundadas en el silencio


martes, 11 de julio de 2017

Renacimiento



Debemos estar preparados para arder en nuestro propio fuego. ¿Cómo podrías renacer sin habernos antes convertido en cenizas?

Friedrich Nietzsche

Indiferencia



El privilegio de la indiferencia es el más preciado que poseemos, y sostengo que reconocemos a las personas inteligentes por el uso que hacen de él. 


Henry James
El punto de vista