jueves, 31 de mayo de 2018

Breve reflexión


BREVE REFLEXIÓN SOBRE UNA ANCIANA CON CARRITO

Dados una anciana y un carrito,
es decir, el sistema de una anciana A y un carrito C,

el sistema se mueve del umbral U a la esquina E,
de la esquina E a la piedra P, de la piedra P
al bosque B, del bosque B al horizonte H.

El horizonte H lugar es donde termina la visión 
y empieza la memoria.

Sin embargo el sistema se mueve
a velocidad constante v,
por una vía constante,
por un mundo constante y
por un destino constante,
reanudando su impulso y su sentido
por sí mismo.

Es un sistema relativamente independiente,
en los parajes de horizonte a horizonte,
siempre una anciana con carrito.

Y así se forma de una vez para siempre
aquella unidad geodésica,
unidad de la peregrinación de ida y vuelta,
unidad del otoño,
unidad del pan nuestro de cada día,
unidad del viento y del bajo cielo,
unidad del hogar en la distancia,
unidad así como nosotros perdonamos,
unidad del anochecer,
unidad de las huellas y el polvo,
unidad de la vida cumplida amén.

Traducción: Carlos Cid Abasolo y Šárka Grauová.
Cátedra Poesía

miércoles, 30 de mayo de 2018

martes, 29 de mayo de 2018

Monelle


Y Monelle dijo luego: Te hablaré de la destrucción:

He aquí la palabra: Destruye, destruye. Destruye en ti mismo, destruye a tu alrededor. Haz lugar para tu alma y para las otras almas.

Destruye todo bien y todo mal. Los escombros son similares.

Destruye las antiguas moradas de los hombres y las antiguas moradas de las almas; las cosas muertas son espejos que deforman.

Destruye pues toda creación proviene de la destrucción.

Para lograr la bondad superior hay que aniquilar la bondad inferior. Y así el nuevo bien parece saturado de mal.

Para imaginar un nuevo arte hay que destrozar el arte viejo. Y así el nuevo arte parece una especie de iconoclasia.

Y agregó Monelle: Te hablaré de la formación:

El mismo deseo de lo nuevo no es más que la apetencia del alma que desea formarse.

Y las almas desechan las formas antiguas, así como las serpientes sus viejas pieles.

Y los pacientes coleccionistas de viejas pieles de serpientes entristecen a las serpientes jóvenes porque tienen sobre ellas un poder mágico.

Pues aquél que posee las viejas pieles de serpiente impide la transformación de las serpientes jóvenes.

He aquí por qué las serpientes desnudan su cuerpo en el verde sendero de una espesura profunda; y una vez al año, las jóvenes se reúnen en círculo para quemar las viejas pieles.

No arrojes escombros detrás de ti; que cada uno se sirva de sus propias ruinas.

Para todo deseo nuevo, crea dioses nuevos.

Y siguió diciendo Monelle: Te hablaré de los dioses:

Deja que mueran los antiguos dioses; no te quedes sentado, junto a sus tumbas, semejante a una plañidera.

Pues los antiguos dioses escapan de sus sepulcros; y no protejas a los dioses jóvenes rodeándolos de ligaduras.

Que todo dios vuele, tan pronto como se lo haya creado; que toda creación perezca, tan pronto como se la haya concebido.

Que el antiguo dios ofrezca su creación al joven dios, a fin de que éste la reduzca a polvo.

Que todo dios sea dios del momento.

Y Monelle agregó: Te hablaré de los momentos:

Contempla todas las cosas bajo el aspecto del momento.

Deja ir tu yo al capricho momentáneo.

Piensa en el momento. Todo pensamiento que dura es contradicción.

Ama el momento. Todo amor que dura es odio.

Sé sincero con el momento. Toda sinceridad que dura es mentira.

Sé justo con el momento. Toda justicia que dura es injusticia.

Actúa en función del momento. Toda acción que dura es un reino difunto.

Siente la felicidad del momento. Toda felicidad que dura es desgracia.

Ten respeto por todos los momentos y no establezcas relaciones entre las cosas.

No prolongues el momento; podrías fatigar la agonía.

Mira: todo momento es una cuna y un ataúd: que toda vida y toda muerte te parezcan extrañas y nuevas.

Y Monelle volvió a decir: Te hablaré de la vida y de la muerte:

Los momentos son como bastones mitad blancos y mitad negros.

No ordenes tu vida por medio de dibujos hechos con las mitades blancas.

Pues encontrarás en seguida los dibujos hechos con las mitades negras.

Que cada negrura esté atravesada por la espera de la blancura venidera.

No digas: ahora vivo y mañana moriré. No dividas la realidad entre la vida y la muerte. Di. Ahora vivo y muero.

Agota en cada momento la totalidad positiva y negativa de las cosas.

La rosa de otoño dura una estación; cada mañana se abre; todas las noches se cierra.

Que toda inteligencia brille y se extinga en ti con la brevedad de un relámpago.

Mezcla la muerte con la vida y divídelas en momentos.

No esperes la muerte: está en ti. Sé su camarada y apriétala contra ti; ella es como tú mismo.

Muere de tu muerte; no envidies las muertes antiguas. Varía los géneros de muerte con los géneros de vida.

Considera toda cosa incierta como viviente y toda cosa segura como muerta.

Y dijo luego Monelle: Te hablaré de las cosas muertas:

Quema cuidadosamente a los muertos y expande sus cenizas a los cuatro vientos del cielo.

No juegues con los muertos ni acaricies su rostro.
No te rías ni llores sobre ellos; olvídalos.

No confíes en las cosas pasadas. No te ocupes de construir bellos ataúdes para los momentos pasados: piensa en matar los momentos que vendrán.

Desconfía de todos los cadáveres.

No abraces a los muertos; porque ellos ahogan a los vivos.

Ten hacia las cosas muertas el respeto que se debe a las piedras destinadas a construir.

No ensucies tus manos en los cauces gastados. Purifica tus dedos en las aguas nuevas.

Aspira tu propio soplo y no los hálitos muertos.

No lleves en ti el cementerio. Los muertos producen pestilencia.

Y Monelle siguió diciendo: Te hablaré de tus acciones:

Que toda copa de arcilla transmitida se pulverice en tus manos. Quiebra toda copa en la que hayas bebido.

No te legues nada a ti mismo: ni placer ni dolor.

No seas esclavo de ropaje alguno; ni del alma ni del cuerpo.

Nunca golpees con el mismo lado de la mano.

Huye de las ruinas y no llores entre ellas.

Cuando dejes tus ropas por la noche, despójate de tu alma diurna; desnúdate en todos los momentos. Toda satisfacción te parecerá mortal. Fustígate de antemano.

No confieses las cosas pasadas, pues están muertas; confiesa ante ti mismo las cosas futuras.

No bajes a recoger las flores que crecen a lo largo del camino.

Conténtate con toda apariencia. Pero abandona la apariencia y no te des vuelta.

No te vuelvas jamás: detrás de ti acuden jadeantes las llamas de Sodoma, y podrías convertirte en estatua de lágrimas petrificadas.

No mires detrás de ti. No mires demasiado delante de ti. Si miras en tu interior, que todo sea blanco.

No te asombres de nada por la comparación del recuerdo; asómbrate de todo por la novedad de la ignorancia.

Asómbrate de todas las cosas; pues todas las cosas son diferentes en la vida y semejantes en la muerte.

Construye en las diferencias; destruye en las similitudes.

No te dirijas a las permanencias; no están ni sobre la tierra ni en el cielo.

No temas contradecirte; no hay contradicción en el momento.

No ames tu dolor, puesto que no ha de durar.

Reflexiona acerca de tus uñas que crecen y de las pequeñas escamas que se desprenden de tu piel.

Sé olvidadizo de todas las cosas.

No hagas durar la dicha del recuerdo hasta el porvenir.

No recuerdes ni preveas.

No digas; Trabajo para adquirir, para olvidar. Sé olvidadizo de la adquisición y del trabajo.

Rebélate contra todo trabajo; contra toda actividad que trascienda el momento, rebélate.

Borrarás con el pie izquierdo la huella de tu pie derecho.

La mano derecha debe ignorar lo que acaba de hacer la mano derecha.

No te conozcas a ti mismo.

No te preocupes de tu libertad: olvídate de ti mismo.

Marcel Schwob
El libro de Monelle
Ed. Hiperión, 1995
Trad. Jesús Munárriz

Desanclar


La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.

Gastón Bachelard

Fot. Gerhard Richter

lunes, 28 de mayo de 2018

Elogio al aburrimiento III


Cyril Connolly, minucioso lector de Pascal, que de tanto probar el sabor del hastío lo acabó por encontrar no tanto dulce, sino estimulante y propicio, y que en La tumba sin sosiego -esa obra suprema sobre los peligros del embotamiento de la sensibilidad, sobre la pesantez de una vida entregada a la queja y al exceso de whisky- se describió a sí mismo como una "carroña corpulenta y holgazana" que flotaba a la deriva como el plancton, un día se las arregló para volver a cruzar aquella línea imperceptible, aquella línea que, de la tristeza de quien llora en un cuarto oscuro, lo reconduciría a la dicha de no estar demasiado distante de sí mismo:
¡Oh sagradas mañanas solitarias y vacuas, meditaciones tranquilas: fruto de los estantes de libros y el tic-tac del reloj: silencio dorado y letificante, influencia del follaje de los plátanos salpicados de sol, rumores lejanos de pájaros y de caballos, posesión inestimable de unos pocos metros cúbicos de aire y unas horas de ocio! Este vacío de paz es el estado del que debería proceder el arte, porque el arte está hecho por el solitario para el solitario, y actualmente esta atmósfera cerúlea, que debería ser para nosotros cosa natural, es punto menos que inasequible.


Ed. Sexto Piso, 2012

Buddhist Temple’s Birdcage, 1940

Leyendo


Salvador Dalí in Villa La Pausa (owned by Coco Chanel), Cote d'Azur, 1938

domingo, 27 de mayo de 2018

Almas


Me parece muy razonable la creencia celta de que las almas de aquellos que hemos perdido están cautivas en algún ser inferior, una bestia, un vegetal, una cosa inanimada, perdidas en efecto para nosotros hasta el día, que para muchos nunca llega, en el que pasamos junto a un árbol, y entramos en posesión del objeto que es la prisión de esas almas. Entonces ellas se estremecen, nos llaman, y tan pronto como las hemos reconocido, se rompe el hechizo. Liberadas, vencen a la muerte y regresan a vivir con nosotros. Así sucede con nuestro pasado. No vale la pena que intentemos evocarlo, todos los esfuerzos de nuestra inteligencia son inútiles. Está escondido fuera de su dominio y de su alcance, en algún objeto material (en la sensación que nos procuraría ese objeto material) que ni siquiera sospechamos. Depende del azar que encontremos ese objeto antes de morir, o que no lo encontremos, jamás.

Marcel Proust
En busca del tiempo perdido
Ed. Alianza, 2016
Trad. Pedro Salinas, Consuelo Bergés

Retrato de una sombra


Tus ojos, huellas de luz de mis pasos;
tu frente, temida por el brillo de las dagas;
tus cejas, travesía de las pérdidas;
tus pestañas, mensajeros de cartas largas;
tus rizos, cuervos, cuervos, cuervos;
tus mejillas, campo de armas de la mañana,
tus labios, huéspedes tardíos;
tus hombros, estatua del olvido;
tus pechos, amigos de mis serpientes;
tus brazos, árboles ante la puerta del castillo;
tus manos, tablas de juramentos muertos;
tus caderas, pan y esperanza;
tu sexo, ley del incendio del bosque;
tus muslos, alas en el abismo;
tus rodillas, máscaras de tu cortesía;
tus pies, campos de batalla de las ideas;
tus plantas, gruta del fuego;
la huella de tu pie, el ojo de nuestra despedida.

Retrato de una sombra
Versión de José María Pérez Gay

sábado, 26 de mayo de 2018

Espacios vacíos


Una mujer iba por el pasillo del tren, entre sus dedos sujetaba un biberón como si fuera un granada de mano. Fuera, un faisán corría junto a unos matorrales. En el horizonte, sobre el tejado de una casa, estaba sentado un hombre, y cogió una herramienta que alguien le había lanzado.
Dejar abiertos los espacios vacíos: ésa sería la más elevada de las artes.

Peter Handke
Fantasías de la repetición
Ed. Las Tres Sorores, 2000
Trad. Eustaquio Barjau

Fot. Heidi Kirkpatrick

Segunda vez


SEGUNDA VEZ

En el acto ingenuo
de tropezar dos veces
con la misma piedra
algunos perciben
tozudez.
Yo me limito a comprobar
la persistencia de las piedras,
el hecho insólito 
de que permanezcan en el mismo lugar
después de haber herido a alguien. 


viernes, 25 de mayo de 2018

Leyendo


Y si te quiero abierto...


Y si te quiero abierto
como el centro imposible de un mundo transparente,
si te quiero imposible, más allá de mis brazos
o la aurora que extiende un sueño en las tinieblas,
más abierto que el viento, más leve y más amante,
será porque mañana nos quisiera infinitos,
unidos como nieve a punto de ser agua.

Y es por eso que dejo resonar la memoria,
todas esas palabras de hilo que se enredan
en tu boca o la mía.

Y si te quiero abierto...
De "Semillas para un cuerpo" 1988


jueves, 24 de mayo de 2018

Galvánico


Si, al menos, pudiera reducirlo a una manualidad diaria, o digamos dos, ¡o tres! Pero, teniendo por delante la perspectiva de la nada, el caso fue que empecé a batir todas mis marcas. Antes de las comidas. Durante las comidas. En la mesa, me levanto de un salto y me agarro teatralmente el vientre: ¡Diarrea!, grito, ¡me ha venido una diarrea! Y, una vez encerrado en el cuarto de baño, me enfundo la cabeza en una prenda interior que he robado del tocador de mi hermana y que llevo toda arrugada en el bolsillo, dentro de un pañuelo. El efecto de las bragas de algodón contra mi boca es tan galvánico —es tan galvánica la palabra «bragas»—, que la trayectoria de mi eyaculación alcanza nuevas alturas máximas, sorprendentes.

Philip Roth
El mal de Portnoy
Ed. Seix Barral, 2007
Trad. Ramón Buenaventura

Fot. Valerie Rosz

miércoles, 23 de mayo de 2018

Elogio al aburrimiento II


Giacomo Leopardi retomaría un siglo y medio después de Pascal, dándole un giro diametral, la relación entre el horror al vacío y el aburrimiento. Como si en verdad el alma fuera una suerte de barómetro, Leopardi se valdría de la imagen de una sustancia sutil, un fluido imponderable que llena los intersticios entre las cosas, a fin de sostener, como antes Rochefoucauld, que el alma nunca está exenta de pasiones y que aún el aburrimiento, que sería lo más próximo a la vacuidad anímica, es un tipo de pasión, esa pasión última y quizá esencial que no tarda en inundar al hombre cuando las demás pasiones lo han abandonado:

"El aburrimiento (noia) se apresura a llenar todos los espacios vacíos que el placer y el displacer dejan en el alma. El vacío-ese estado de indiferencia desapasionada- no puede existir en un alma así, de la misma manera como no podía existir , de acuerdo con los antiguos, en la naturaleza física. El aburrimiento es como el aire en la Tierra, que llena todos los espacios entre las cosas, y se apresura a ocupar el espacio que éstas dejan, a menos de que otras cosas ocupen su lugar."

Convertido en una pasión de bajísima intensidad, equiparable al éter de los antiguos físicos, el aburrimiento no se identificaría con el vacío, sino con el estado anímico que despierta en nosotros; sería la contramarea que espontáneamente recubre el espacio que dejan entre sí las pasiones que nos arrollan. Al igual que las teorías que partían del horror vacui, Leopardi piensa que el corazón humano -ese barómetro que la naturaleza ha implantado en nosotros- apenas percibe el descenso en la presión de las pasiones, cae en el aburrimiento, cae en esa pasión imponderable cuyo signo es la urgencia de nuevas pasiones, donde reina el ansia sorda de que otras cosas ocupen su sitio.
(...) Algo de este ambiente barométrico, de esta imagen voluble y tempestuosa -y acaso cíclica- del corazón humano, reaparece también en los escritos de Pessoa, en el "Libro del desasosiego" principalmente, en una de cuyas páginas se lee esta frase enigmática, que podría figurar tanto en los "Pensamientos" de Pascal como en el "Zibaldone" de Leopardi: "Concibo que seamos climas sobre los que gravitan amenazas de tormenta, realizadas en otro sitio".

Luigi Amara
La escuela del aburrimiento
Ed. Sexto Piso, 2012

Fot. Sanghyeok Bang

Elogio al aburrimiento I


Un día encontré al aburrimiento echado en mi sillón, las manos detrás de la cabeza, desparramado a sus anchas. Estaba allí, se diría que esperándome, aunque en realidad no parecía esperar ya nada de nada. Me miraba fijamente, sin curiosidad, sin emoción, y yo en cambio no podía sostenerle la mirada. Lo eludía y más bien me comportaba como si él no estuviera allí, en mi propio sillón, con esa pinta desenfadada de inquilino incómodo, con ese aire de desafío que adoptan los que ya no piensan irse nunca de la casa.

Aunque se había apoderado de mi habitación, lo que más me desconcertaba era no conseguir mirarlo de frente; había algo en su presencia bostezante que me hacía sentir un intruso; algo en sus facciones, en su manera insistente y hueca de mirar, me arrastraba hacia un extraño abismo de somnolencia, atormentándome con la pregunta «¿para qué?» Incapaz de convivir con él, pasaba la mayor parte del día fuera de mi departamento.

Vagaba por las calles sin ninguna dirección, del mismo modo intranquilo y sediento con que Louis Aragon iba a la deriva por un París que empezaba a derrumbarse. Entraba a un café y, al cabo de unos minutos, me salía; visitaba un museo: me salía; compraba un libro: lo dejaba. Podría haber incluso asesinado: ¿para qué?; también podría haberme matado: desistía. Al rato entraba simplemente a otro café. Es posible que hubiéramos intercambiado papeles y, abriendo y cerrando puertas sin curiosidad, abandonando planes sin motivo alguno, me hubiera convertido en el Espectro Errante del Aburrimiento. 

Probablemente para entonces mirara a la gente en la calle con la misma distancia inquisitiva que él me regalaba en todo momento.

Como estaba claro que no tenía intenciones de marcharse y ya en el sillón se había marcado su contorno, la tibia insolencia de su peso, decidí probar a hacer su retrato. De esa manera —pensé—, me obligaría al menos a mirarlo de frente. Tal vez la misma tarea de pintarlo, de ensayar toda clase de bocetos del natural, sería una forma de contrarrestarlo, de hacer que desapareciera; quizá de ese modo su figura odiosa se trasladaría al papel en una suerte de conjuro.

Tengo que reconocer que no se ha ido. Tengo que reconocer que, como un hábil y silencioso extranjero, se ha establecido en mi cerebro con la misma desfachatez que antes desplegó en mi sofá. Y tal vez porque ya habíamos intercambiado papeles descubrí que en el retrato, en ese retrato obsesionante y maléfico, que me hacía bostezar continuamente y al mismo tiempo me quitaba el sueño; en ese retrato con el que fastidiaba a medio mundo, con el que empantanaba cualquier conversación y que al final del día terminaba por doblegarme, por hundirme en un estado plomizo y fúnebre; en ese retrato acaso del todo imposible, que ya antes otros intentaron sin demasiado éxito, quizá porque se requiere de mucho talento para pintar el vacío, o quizá porque en este caso el modelo se mueve demasiado poco y acaba por contagiarnos su desgana, su hastío, su sopor; en ese retrato, decía, descubrí que fue apareciendo mi rostro.

Luigi Amara
La escuela del aburrimiento
Ed. Sexto Piso, 2012

Fot. Antonio Palmerini

Ardua tarea


Ardua es su tarea no elegida de existir; pero en su mano está dotarla de sentido si a la vida general agrega unas briznas de conocimiento y hermosura con esfuerzo generoso; si multiplica y comparte, no pidiendo nada a cambio, los dones gratuitamente recibidos.

Fernando Aramburu
Un visitante de mi tumba
En Autorretrato sin mí
Ed. Tusquets, 2018

Fot. Evgenia Arbugaeva

Viajando


Viajando hacia el presente, que es donde viviré todos mis mañanas.

NS/NC


Posesión del ayer


POSESIÓN DEL AYER

    Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. llión fue, pero llión perdura en el hexámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos. 

Jorge Luis Borges
Los conjurados
Ed. Alianza, 1985

martes, 22 de mayo de 2018

Niza, octubre


Niza, octubre.

La boca me duele de morderme,
el chiquillo anticuado del cuadro,
el gato en la silla, los periódicos en la mesa, 
parerga und paralipomena.

Recuerdos de Proust, Couperus, Marienbad,
el tic-tac de las fichas, el papel de las palmeras,
el mar perentorio.

Él está perfecta y temerosamente presente.
Muerte, amor, amor ridículo, la lista completa.
!Y continúa!

GW 1, 293
Ed. Siruela, 2012
Trad. Felip Lorda


lunes, 21 de mayo de 2018

En lo hondo del propio pozo


Terso cabello de seda negra,
nunca el labio encarnado en mariposa
se posa sobre tan suave lienzo
ni encima de esa piel ardida
por los vientos.
En lo hondo del propio pozo
se pierde definitivo el beso,
y sólo en el mutismo y la distancia
se insinúa
el tacto de la mente
entre los cuerpos.

Ed. Vaso Roto, 2010

Leyendo


Todo el día


- ¿Qué hace usted todo el día?

- Me soporto.


domingo, 20 de mayo de 2018

Leyendo


Leyendo


Este es el punto exacto


Este es el punto exacto...

Este es el punto exacto.
Aquí
-entre la cuerda rota
e inmóvil de las horas-
se para
cristalina
la rueda de la noche.

Aquí
-la luna entre salas desiertas
de madurez-
comienza
silenciosa
la rueda del alba.

De "Mar ao Norde" 1932

Fot. Masao Yamamoto #1021
(from the series Nakazora), 2001

sábado, 19 de mayo de 2018

Enrollar el mundo


Enrollar el mundo alrededor de nuestros dedos, como un hilo o una cinta con la que jugase una mujer que sueña a la ventana.

Fernando Pessoa
El libro del desasosiego de Bernardo Soares
Ed. Seix Barral, 2010
Edición y traducción de Ángel Crespo

Fot. Willy Ronis

miércoles, 16 de mayo de 2018

Nave


I

Nave
ave
molino
y más todo seré

Para que sea leve
mi paso
en vuestro
camino

de "Trovas de muito amor para um amado senhor"
Versión de Leo Lobos

Que no se abran


Poesía vertical 24

Darlo todo por perdido.
Allí comienza lo abierto.

Entonces cualquier paso
puede ser el primero.
O cualquier gesto logra
sumar todos los gestos.

Darlo todo por perdido
Dejar que se abran solas
las puertas que faltan.

O mejor:
dejar que no se abran.



Carente de sentido


8 de Enero de 1938

No es de ningún modo ridículo o absurdo que, pensando en matarse, a uno le fastidie y le espante caer bajo un automóvil o coger una enfermedad.
Aparte la cuestión del mayor o menor dolor, hay que tener en cuenta que querer matarse es desear que la propia muerte tenga un significado, sea una suprema elección, un acto inconfundible. Por eso es natural que el suicida no tolere el pensamiento de caer por casualidad bajo un vehículo o reventar de pulmonía o algo carente de sentido.
Ojo, pues, a las encrucijadas y a las corrientes de aire.

Cesare Pavese
El oficio de vivir
Ed. Seix Barral, 2001
Trad. Ángel Crespo

Fot. Ray K. Metzker
Philadelphia, 1962

martes, 15 de mayo de 2018

El cuaderno gris


Si compro una máquina de afeitar que me venden como si fuese el último modelo, resulta que todo el mundo la tiene. Si voy a un restaurante que se acaba de abrir y que me ha recomendado una persona tenida por experta, constato que todo el mundo ha ido con más o menos provecho habiendo suscitado, generalmente, mucha crítica. Ésta es una ciudad en que todo el mundo lo sabe todo, que lo ha leído todo, que lo tiene todo, que lo ha visto todo. Sospecho que es una ciudad muy pequeña pero no estoy muy seguro. Encargado de la sección de Sucesos de un diario, un día, a las siete de la tarde, vi el cadáver de un hombre en la calle de la Cadena -muerto a consecuencia de un atentado social-. A las siete y media se lo dije a un amigo: ya lo sabía. Si tenéis la suerte privilegiada de que un poeta oscuro y extraordinario os lea sus versos inéditos y tenéis la debilidad -una debilidad puramente destinada a aumentar el optimismo literario- de comunicar la noticia a algún amigo, hacéis un papel ridículo. Los versos misteriosos son conocidos y valorados. No soy muy sensible a las sorpresas -porque no espero ninguna, naturalmente-. Sin embargo, cuando en Barcelona encontráis a un ignorante -de una cosa o de otra- aquilatado y auténtico, es una delicia. Por desgracia, no hay muchos. Vamos tirando en medio de personas notoriamente enteradas.

Josep Pla
El cuaderno gris
Ed. Destino, 1998
Trad. Dionisio Ridruejo

Leyendo


Italo Svevo con su esposa Livia y su hija Letizia (1912)

lunes, 14 de mayo de 2018

A una mujer


a una mujer locamente guapa
un día van a darle un coche
sin duda van
a darle un coche
y muchas flores
cuantas sean necesarias
más que a las feas, las enfermas
y las secretarias juntas
en cambio a una mujer extrañamente guapa
pueden darle flores
y también pueden darle un coche
pero un día va
sin duda va
a tener que venderlo

Ed. Krillar 21, 2016
Trad. Paula Abramo


Una mujer limpia


una mujer limpia
porque una mujer buena
es una mujer limpia
y si es una mujer limpia
es una mujer buena
hace millones, millones de años
se puso sobre dos patas
la mujer era fiera y sucia
fiera y sucia y ladraba
porque una mujer fiera
no es una mujer buena
y una mujer buena
es una mujer limpia
hace millones, millones de años
se puso sobre dos patas
ya no ladra, es mansa es mansa
y buena y limpia

*

una mujer muy fea
era extremadamente limpia
y tenía una hermana menos fea
que era más o menos limpia
y además una prima
increíblemente guapa
que mantenía limpias
únicamente sus partes esenciales
que eran su pelo y su sexo
mantenía su pelo y su sexo
extremadamente limpios
con un champú hecho en texas
por mexicanos aburridos
pero la heroína de este poema
era una mujer muy fea
extremadamente limpia
que llevó durante muchos años
una vida sin acontecimientos

*

una mujer sobria
es una mujer limpia
una mujer ebria
es una mujer sucia
de entre las bestias del mundo
tengan o no tengan uñas
es la mujer ebria y sucia
la que se aprovecha entera
las orejas el hocico
la barriga la papada
los meñiques los tobillos
hasta la cola enroscada

*

érase una vez una mujer
que quería hablar de género
érase una vez una mujer
que quería hablar de colectivos
y otra mujer más
especialista en declinaciones
la unión hace la fuerza
así que las tres se juntaron
y fundaron el grupo de estudios
celso pedro luft


Ed. Krillar 21, 2016
Trad. Paula Abramo

Fot. Manuel Alvarez Bravo

Leyendo


Madrid 1955

Precio


El día estaba envuelto en niebla, que se posaba en su pelaje como una advertencia. Yo escrutaba el futuro, pensaba en lo que tendría que ser para el perro a cambio de lo que él sería para mí. Habría resultado mucho más sencillo si hubiera sido un perro más fácil, es decir, un perro menos inteligente, menos sensible, menos rebosante de aquella jouissance que no debía sufrir daño alguno.
Habría resultado mucho más sencillo de haber sido yo una persona más fácil. Estábamos demasiado expuestos, el perro y yo, nos unía la misma imprudencia. Y el mismo amor. He aprendido lo que cuesta el amor. Nunca hago recuento, pero sé lo que cuesta.


Veinticuatro horas en la vida de un perro
Ed. Lumen, 2015
Trad. Alejandro Palomas

domingo, 13 de mayo de 2018

Árbol


Caminas por el desierto. Escuchas un pájaro que canta. Por más que sea increíble el revoloteo de un pájaro en el desierto, tú, sin embargo, estás obligado a hacerle un árbol. Eso es el poema.

Ocultación


¿Soy como yo creo ser o como los demás creen que soy? Aquí es donde estas líneas se vuelven una confesión, en presencia de mi yo desconocido e incognoscible para mí mismo. Aquí es donde creo la leyenda tras la cual me oculto.

Miguel de Unamuno
Soledad, 1905

Fot. Francesca Woodman

viernes, 11 de mayo de 2018

Alguien sin sombra


[…] Lo que las antiguas escuelas indias enseñaban comienza y tal vez termina en el conocimiento de los límites de la propia mente. Todo lo que puede decirse es pensado, lo que puede ser nombrado, y también la ausencia y la negación de lo que puede ser nombrado. Todo es producto de la mente: la analogía, el máximo y el mínimo, los superlativos y los opuestos son algunas de las operaciones lógicas con las que pone en relación unas cosas con otras. Pensamos la caducidad y ella inventa los dioses. Pensamos el miedo, ella inventa el mal. Pensamos la atracción e inventa el amor. Pensamos la limitación, inventa el infinito. Pensamos la muerte, inventa la inmortalidad. El mundo que inventa la mente es un mundo lógico, y en él creemos. ¿Qué hay más allá de él? La pregunta es una trampa: “más allá” es una función lógica. Nadie traspasará jamás el umbral de este mundo llevando en el zurrón alguno de los conceptos que la mente elabora para el viaje. Las teologías son sandalias de plomo; las enseñanzas espirituales, molestas enaguas. Solo alguien sin sombra traspasará el límite. Alguien sin palabras.

Chantal Maillard
India
Ed. Pre-Textos, 2014

Ilust. Piero Fornasetti

El sonido de tu nombre



Para mí, 
No hay otro sol más que tu amor.
Aunque no sepa dónde estás, ni con quién.
Mas para mí
No hay sonido más alegre,
Que el sonido de tu nombre amado

Extracto de una carta de Vladímir a Lilja, 1915


miércoles, 9 de mayo de 2018

Sombra


Emil Föhme no soportaba que se pisara su sombra. Era el reflejo del pensamiento que lo animaba. Cuando se andaba por descuido sobre su sombra, sin necesidad de girarse sufría. 
Decía que era más vulnerable en su sombra que en su cuerpo. Porque no captaba la totalidad de su cuerpo, y en cambio, al alba o en el crepúsculo, podía contemplar maravillado esa imagen de su alma ampliamente extendida sobre el suelo.
Cuando debía atravesar la plaza de las Deux Victories, sentía un verdadero temor ante los niños que corrían en todas direcciones. O. P. Reissel cuenta que un día se desmayó de dolor porque una mujer había caminado sobre su sombra en el lugar de sus partes genitales. 
Sin embargo, esas pisadas no eran lo que más temía Emil Föhme, sino que ese jirón oscuro ante sí como una especie de estandarte rampante, o detrás suyo, como una rastra, fuera desgarrado. Peor aún, le horrorizaba el pensamiento de que se le arrancara su sombra. Sudaba entonces. Estaba convencido de que moriría. Su terror no era en absoluto fingido y convencía. Las leyendas y las hadas dicen que se reconoce a los muertos que regresan a rondar el mundo por la ausencia de sombra que dejan en el suelo.

Pascal Quignard
Pequeños tratados II
Ed. Sexto Piso
Trad. Miguel Morey

Lo pequeño


Las pequeñeces son lo eterno, y lo demás, todo lo demás, lo breve, lo muy breve.

Antonio Porchia

Fot. Anton Östlund

martes, 8 de mayo de 2018

Maitines


Maitines

Perdóname si digo que te amo: a los poderosos
se les engaña siempre, los débiles
son siempre manejados por el miedo. No puedo amar
lo que no puedo concebir, y tú no revelas
virtualmente nada: ¿acaso te asemejas al espino,
siempre la misma cosa en el mismo lugar,
o a la dedalera inconsistente, que brota primero
como espiga rosada en la ladera, junto a las margaritas,
y al año siguiente es púrpura en el rosedal? Ya ves
lo inútil que es este silencio que promueve en nosotros la creencia
en que tú puedes ser todas las cosas, la dedalera y el espino, la vulnerable
rosa, la terca margarita; nada nos queda sino pensar
que no podrías existir. ¿Es eso lo que quieres
que pensemos? , ¿lo que explica el silencio esta mañana,
los grillos cuyas alas no se frotan, los gatos
que en el patio no pelean?

Ed. Pre-Textos, 2006
Trad. Eduardo Chirinos Arrieta