miércoles, 31 de agosto de 2016

Una oportunidad





No hay suficiente de nada mientras vivimos. Pero a intervalos aparece una dulzura y, si se le da una oportunidad, prevalece.


Tatiana Maliutina, 1936

Lejos


Un perro abandonado va por la carretera,
busca la esclavitud en el peligro.
Cuando anochece,
jadeante, le quedan aún fuerzas
para ladrar a los primeros faros,
que lo deslumbran.
La carretera pasa junto al mar
en una costa abrupta.
El mundo puede ser bellísimo,
pero tiene que incluir la humillación.
Soñar tan sólo es
buscar un amo.

Lejos

martes, 30 de agosto de 2016

Viajar


Viajar es una brutalidad. Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo que te resulta familiar y confortable de tus amigos y tu casa. Estás todo el tiempo en desequilibrio. Nada es tuyo excepto lo más esencial: el aire, las horas de descanso, los sueños, el mar, el cielo; todas aquellas cosas que tienden hacia lo eterno o hacia lo que imaginamos como tal.

Cesare Pavese

John Bertolino
The Girl on the Bench, Italy, ca. 1950

Hoja muerta


Hoja muerta

La encarnada hoja muerta
que el viento arrastra,
el viento y el barrendero,

–bajo el fúlgido cielo cae, ensangrienta
con las otras la calle–

imitaría. Por náusea
de las palabras vanas,
de los rostros sin luz.

Pero tu voz, amable, me habla;
haz que no caiga aún.


Umberto Saba
Caffè Garibaldi
Piazza Unità d’Italia, Trieste

Anochecer


Pienso en ti a menudo. Especialmente al anochecer, cuando estoy en el balcón y es demasiado oscuro para escribir o hacer otra cosa que no sea esperar a las estrellas. Amo esos momentos. Uno se siente como fuera de su cuerpo, sentado como una sombra a la puerta de uno mismo, mientras sube la marea de la oscuridad. Después llega la luna, maravillosamente serena, y las pequeñas estrellas brillan como por una razón que solo ellas conocen. Es tan fácil pasar por alto y no darse cuenta, en la vida diaria, de estos milagros cotidianos.


Arvo Pärt
Spiegel im Spiegel

lunes, 29 de agosto de 2016

Saber


Y si alguien objeta que no vale la pena tanto esfuerzo, citaré a Cioran (que no es un clásico, al menos de momento, sino un pensador contemporáneo que sólo ahora se empieza a traducir en Italia): «Mientras le preparaban la cicuta, Sócrates aprendía un aria para flauta. “¿De qué te va a servir?”, le preguntaron. “Para saberla antes de morir”.

Italo Calvino  Por qué leer los clásicos
Ed. Siruela, 2009
Trad. Aurora Bernárdez
Nota prel. de Esther Calvino

Como las hojas


Como las hojas. Exactamente como las hojas. ¿No te gusta que caigan donde caen al menos un poco? ¿No le das la vuelta para ver lo que está escrito en el envés? A mí me gusta el texto sencillo que puede leerse o no, el texto que mora entre tus pies y los míos, leído o no. El que cae con la lluvia y el viento, aunque nadie lo coja para llevárselo a casa. La vida cayó a tus pies y tú la apartaste de una patada y ella sangró sobre tus zapatos y cuando llegaste a casa tu madre dijo: “Mírate, cubierto de hojas” .
Estabas cubierto de hojas. Te las quitaste una a una, dejando al descubierto la piel desnuda. Todos esos restos. Y cuando lo que tenía que caer cayó por fin, tú lo recogiste y leíste lo que había en el envés. No le encontraste ningún sentido. Lo arrugaste y lo metiste en el bolsillo donde ardió como un carbón encendido. Dime por qué te abandonaron, uno tras otro, quienes te querían .¿No les gustabas?¿No necesitaban, como tú, un corazón que fuera un libro sin la última página? Pasa las hojas.

El mundo y otros lugares
Ed. Lumen, 2016
Trad. Alejandro Palomas

Coin Plant
Pen, ink and gouache on white paper

domingo, 28 de agosto de 2016

Todo es temporal


Es necesario entender la temporalidad de todas las relaciones amorosas. Mientras más eternas se crean, más vulnerables serán. Este es también un principio de negociación. Las relaciones pueden durar días, meses, años. O toda la vida. Pero deben ser siempre consideradas como finitas y temporales y no como relaciones eternas que compramos hasta el fin de la vida.
Este giro en la visión del amor ayuda a concretarlo en hechos. El amor es para aquí y ahora.
Menos nostalgia y más actualidad. Menos utopía y más topía. Alarguemos el presente. Hagamos del presente un espacio de realización denso. El tiempo se hace denso y se extiende cuando tiene contenidos ricos. En el amor, el presente, lo vivible hoy, en esta época, en este tiempo, en este período, debe tener cada vez más fuerza.

Marcela Lagarde
Claves Feministas para las negociaciones en el amor
Ed. Puntos de encuentro, Managua, 2001

Fot. Fotograma de Le petit soldat, Jean-Luc Godard, 1960

Puesto que él es este silencio


Seguimos buscando las mismas palabras para retenerlo. El viento agita la cortina y su voz vuelve a sonar. Dice: No siempre soy yo / a veces soy un árbol un /  ruido en el aire un soplo un vuelo. Está en el castaño, que se alza más allá del cielo, en las dos muchachas que pasan, en el movimiento de las sombras, en el arrullo de las palomas. Está en todas partes. En lo que no es y sin embargo es. En una sonrisa, en una inflexión de la  voz. Regresa en lo que creemos decir. Creemos haberlo olvidado, pero quien habla es él. Las palabras que encontramos, son las suyas.

Jacques Ancet, Puesto que él es este silencio. Prosa para Henri Meschonnic.
Ed. Salto de página, 2013
Trad. Joséphine Cabello y Régulo Hernández.

sábado, 27 de agosto de 2016

La luz


El estado de ánimo de cualquier escena que representemos en nuestras vidas viene determinado, en gran parte, por la luz que se proyecta sobre nosotros desde arriba. El cielo, en calidad de maestro electricista, proporciona a nuestras acciones una infinita variedad de efectos lumínicos que contribuyen a moldear hasta las emociones que las acompañan. La luz menguante del crepúsculo sirve para el intercambio de intimidades; los chorros de luz de una mañana de primavera, para sentir un placer irracional; la oscuridad de la noche, cuando no cae del cielo ni una pizca de luz, para convertirse en víctima de las propias fantasías; el gris claro e indiferente del cielo encapotado de verano, para estimular la indolencia. ¿Cómo podemos saber en qué medida ha determinado nuestras acciones la luz que nos bañaba mientras las realizábamos?

Paul Bowles,
Desafío a la identidad
Ed. Galaxia Gutenberg, 2013
Trad. Rodrigo Rey Rosa

Fot. del autor, anónima

Derecho a soñar


Es necesario reivindicar el derecho de soñar. Quizá pueda parecer, a primera vista, un derecho de poca monta. Pero, si se reflexiona sobre ello, aparecerá como una gran prerrogativa. Si el hombre es capaz todavía de nutrir ilusiones, ese hombre es aún un hombre libre.

Antonio Tabucchi. El siglo XX, balance y perspectivas
Ed. Gobierno de Canarias, 1991

viernes, 26 de agosto de 2016

Cartas a Felice


21 de agosto de 1913. 
Kafka escribe a Felice Bauer: "Lo que te aguarda conmigo no es la vida de esa feliz pareja que ves pasar ante ti […], es una vida claustral junto a un hombre malhumorado, triste, taciturno, insatisfecho, enfermizo, que -lo que te parecerá un desvarío- se halla invisiblemente encadenado a una invisible literatura; un hombre que grita cuando alguien se le acerca porque, como él afirma, le toca las cadenas."

Franz Kafka, Cartas a Felice
Ed. Nórdica Libros, 2013
Trad. Pablo Sorozábal

Fot. Franz Kafka y Felice Bauer, anónima

Libros


miércoles, 24 de agosto de 2016

Quiero mirarte


Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

Alejandra Pizarnik

Un dolor preciso


No te duele nada pero preferirías un dolor preciso antes que lo indecidible de la angustia.


South Limburg, 1978

martes, 23 de agosto de 2016

Hay mucho silencio


Hay mucho silencio, el viento llega discreto y fresco, como para recordar lo que podría ser la vida, vela tensa que deja tras de sí una estela de espuma; con este viento, quien disculpa o cede a la aridez se siente culpable, detrás del ritual de las pequeñas fobias con las que se protege como un soltero kafkiano. Hay como un velo ante las cosas, que las empaña e impide desearlas. En estos momentos de sequedad interior se teme el campo abierto, se preferiría una habitación cerrada y poco aireada, en la que atrincherase y organizar las propias y mezquinas defensas.

Claudio Magris, El Danubio
Ed. Anagrama, 2006
Trad. Joaquín Jordá

La soledad


La soledad hace madurar lo original, lo audaz e inquietantemente bello, el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito

Thomas Mann

lunes, 22 de agosto de 2016

Cuando muere lo más puro


Cuando muere lo más puro

Cualquier gozo se invalida

Queda el pecho como un hueco,

Y hay sombras por donde mires.

Configuración de la última orilla
Ed. Anagrama, 2016
Trad. Altair Diez

Nunca te vi arder


Creo conocerte pero nunca te vi arder.
Nunca vi el oro lamiendo tu piel.

sábado, 20 de agosto de 2016

Instrucciones para subir una escalera al revés


Instrucciones para subir una escalera al revés

En un lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme, se explicó alguna vez que hay escaleras para subir y escaleras para bajar; lo que no se dijo entonces es que también puede haber escaleras para ir hacia atrás. Los usuarios de estos útiles artefactos comprenderán, sin excesivo esfuerzo, que cualquier escalera va hacia atrás si uno la sube de espaldas, pero lo que en esos casos está por verse es el resultado de tan insólito proceso. Hágase la prueba con cualquier escalera exterior. Vencido el primer sentimiento de incomodidad e incluso de vértigo, se descubrirá a cada peldaño un nuevo ámbito que, si bien forma parte del ámbito del peldaño precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica y lo ensancha. Piénsese que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la forma usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la escalera misma, su hipnótica sucesión de peldaños; en cambio, bastará subirla de espaldas para que un horizonte limitado al comienzo por la tapia del jardín, salte ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque luego el molino de la Turca, estalle en los álamos del cementerio y, con un poco de suerte, llegue hasta el horizonte de verdad, el de la definición que nos enseñaba la señorita de tercer grado. ¿Y el cielo? ¿Y las nubes? Cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase el cielo que le cae en plena cara desde su inmenso embudo. A lo mejor después, cuando gire en redondo y entre en el piso alto de su casa, en su vida doméstica y diaria, comprenderá que también allí había que mirar muchas cosas en esa forma, que también en una boca, un amor, una novela, había que subir hacia atrás. Pero tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse. Hay cosas que sólo se dejan ver mientras se sube hacia atrás y otras que no quieren, que tienen miedo de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto; obstinadas en su nivel y en su máscara se vengan cruelmente del que sube de espaldas para ver lo otro, el campito de los Peñaloza o los álamos del cementerio. Cuidado con esa silla; cuidado con esa mujer.

Obras Completas
Ed. Galaxia Gutenberg, 2009

Intermedio


Intermedio

Entre una imagen tuya
y otra imagen de ti
el mundo queda detenido.
En suspenso. Y mi vida
es ese pájaro pegado al cable
de alta tensión,
después de la descarga.

De Lógica borrosa 2002

viernes, 19 de agosto de 2016

El espejo de Atenea


(...) Y es débil, se ha dicho desde siempre, la carne. Cae en la tristeza que luego ofrece como enigmática, o al menos ambigua, respuesta, a quien la ha sumido en tristeza sin darle nada de lo que a ella conviene, y exigiéndole un algo que ella no puede dar. Triste como la tierra llana sin sembrar, la simple tierra con la que tanto parentesco ofrece. Y es objeto de menosprecio casi constante, ya que constantemente, infatigablemente se le pide que no se fatigue y que resplandezca, y cuando obedece se la nadifica. Pues que su hermosura no puede exceder al número y al peso, a las leyes del universo terrestre y corpóreo que rigen todos los cuerpos que en la tierra y desde ella se nos aparecen. Y todo ello le sucede a la carne porque es corruptible. Y entonces el ser humano desde su «Yo» la identifica con la corrupción misma que le cerca. Porque sucede que el humano «Yo» cualifica a todo aquello que discierne, y todo aquello que lo envuelve se le aparece como una atadura, y más aún la carne, la condición carnal conviene más decir en este momento, de la que también quisiera huir, como quiere huir de ella cuando presiente el inexorable sacrificio, o cuando sin más se la fustiga o se la adelanta su corruptibilidad en el reino llamado del placer y de los caprichos de la imaginación.

 María Zambrano  
El espejo de Atenea

El ansia de los colores


Porque soy pálida amo el rojo, el amarillo y el azul,
la gran blancura es melancólica como el crepúsculo
          en la nieve,
como cuando la madre de Blancanieves a la ventana se sentaba
          anhelando también para sí el rojo y el negro.
El ansia de los colores es el de la sangre. Si tienes sed
          de belleza
cerrar debes los ojos y mirar en tu propio corazón.
Pero la belleza teme al día y a las miradas excesivas.
Pero la belleza no soporta el ruido ni los movimientos excesivos -
 no debes llevar tu corazón hasta los labios,
perturbar no debemos los nobles anillos de la soledad y del silencio, -
¿se puede hallar algo más grande que un enigma sin resolver
          y con extraños rasgos?
Taciturna seré toda mi vida,
una habladora es como el gárrulo arroyo que a sí mismo se traiciona,
un árbol solitario seré yo en la llanura,
los árboles del bosque perecen de ansia después de la tormenta,
debo estar sana de pies a cabeza y tener dorados rayos en la sangre,
debo ser inocente y pura como una llama de húmedos labios.

El ansia de los colores

Recogido en:
Virgen moderna: poesía completa. 
Ed. Nido de Cuervos, Lima, 1993
Trad. Renato Sandoval Bacigalupo e Irma Síltanen

Black,brown on maroon, 1957


jueves, 18 de agosto de 2016

Una vida


Una vida

Encendiste una cerilla y su llama te cegó 
de manera que no pudiste encontrar en la oscuridad lo que buscabas 
antes de que la cerilla se consumiese entre tus dedos quemándote 
y el dolor te hiciera olvidar lo que buscabas.


De "Nuestro amor es como Bizancio"
("Era glacial" 1977)
Versión de Francisco Uriz
Ed. Lumen, 2003

Media hora


Ni te he poseído ni te poseeré
nunca, creo. Unas pocas palabras, un acercamiento
como en el bar anteayer, y nada más.
Es triste, no lo niego. Pero nosotros los artistas,
a veces, con el poder de la mente, y, claro está, sólo
por pocos minutos, creamos un placer
que casi parece real.
Así, en el bar anteayer –ayudado, además,
tan misericordiosamente por el alcohol-
pasé media hora totalmente erótica.
Y me parece que lo comprendiste
y te quedaste un rato más a propósito.
Y eso era muy necesario. Porque,
a pesar de toda mi imaginación y de la magia del vino,
me era preciso ver tus labios,
me era preciso tener tu cuerpo junto a mí.

Media hora 

Kirsten Pour Romeo Gigli
Londres (1989)

miércoles, 17 de agosto de 2016

Todo está ahí y nada ha ocurrido


Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde. Entre los dieciocho y los veinticinco mi rostro emprendió un camino imprevisto. A los dieciocho años envejecí. (…)

Diré más, tengo quince años y medio.

El paso de un transbordador por el Mekong.

La imagen persiste durante la travesía del río.

Tengo quince años y medio, en ese país las estaciones no existen, vivimos en una estación única, cálida, monótona, nos hallamos en la larga zona cálida de la tierra, no hay primavera, no hay renovación. (…)

No son los zapatos la causa de que, ese día, haya algo insólito, inaudito, en la vestimenta de la pequeña. Lo que ocurre ese día es que la pequeña se toca la cabeza con un sombrero de hombre, de ala plana, un sombrero de fieltro flexible de color de palo de rosa con una ancha cinta negra.

La ambigüedad determinante de la imagen radica en ese sombrero. (…)

En el transbordador, junto al autocar, hay una gran limusina negra con un chófer con librea de algodón blanca. Sí, el coche mortuorio de mis libros. Es el Morris Léon-Bollée. (…)

En la limusina hay un hombre muy elegante que me mira. No es un blanco. Viste a la europea, lleva el traje de tusor blanco propio de los banqueros de Saigón. Me mira. Ya estoy acostumbrada a que me miren. Miran a las blancas de las colonias, y a las niñas blancas de doce años también. Desde hace tres años los blancos también me miran por las calles y los amigos de mi madre me piden amablemente que vaya a merendar a su casa a la hora en que sus mujeres juegan tenis en el Club Deportivo. (…)

Quince años y medio. El cuerpo es delgado, casi enclenque, los senos aún de niña, maquillada de rosa pálido y de rojo. Y además esa vestimenta que podría provocar risa pero de la que nadie se ríe. Sé perfectamente que todo está ahí. Todo está ahí y nada ha ocurrido aún, lo veo en los ojos, todo está ya en los ojos. (…)

La pequeña del sombrero de fieltro aparece a la luz fangosa del río, sola en el puente del transbordador, acodada en la borda. El sombrero de hombre colorea de rosa toda la escena. Es el único color. Bajo el sol brumoso del río, el sol del calor, las orillas se difuminan, el río parece juntarse en el horizonte.


Marguerite Duras  El amante
Ed. Tusquets, 1994
Trad. Ana Maria Moix

Fot. Marguerite Duras, 1930´s, anónima

Lento en la sombra


La primavera o el invierno pasados vi un corto de Abbas Kiarostami, filmado desde una sola posición -así me parece ahora-, que duraba quizá veinte minutos, a la orilla del mar Caspio, arriba en el norte de Irán. Solo se veían las olas que rompían con bastante suavidad, en ellas luego un pedazo de madera, traído alguna vez por el mar hasta la arena de la orilla, luego vuelto a ser llevado por el agua, etcétera, etcétera. Después de un tiempo tan largo como corto, el pedazo de madera se partía -"repentinamente"- y ahora eran dos maderitas las que se balanceaban juntas. Y al final, una de las dos era arrastrada por la corriente, hacia alta mar. Y eso era toda la película.

"El cuervo negro / se escruta asombrado / en la estepa nevada". "Golpeteo del granizo / sobre el nimio huevo de gorrión". "La pequeña manzana / gira / en el remolino de la pequeña cascada". "El ciego / pregunta al escolar / por la hora". "La botella rota / llena hasta el borde / con lluvia de primavera". "Desde hace años / erro por ahí / como un tallo de paja / entre las estaciones del año". (¿Tú también?). "Siempre incompletos / quedan los diálogos conmigo mismo". (¿Los tuyos también?). 
"Mis zapatos se mojan / al atravesar / el campo de tréboles". (Los míos también). "Una mujer embarazada  / llora silenciosa  / en la cama de un hombre que duerme"…
El breve -pero no pequeño- poema de Nicolas Born "En el tren Atenas-Patras" termina con la línea: "pequeñas cancioncitas, zumben". "Pequeña imagencita, vuela… "

Peter Handke  Lento en la sombra
Ed. Eterna Cadencia, 2012
Traducción de Ariel Magnus

Fot. Retrato de Peter Handke, anónimo

martes, 16 de agosto de 2016

Una vida que no es la mía


No sé muy bien qué pretendo. Eso de hacerse vieja tiene estas cosas, que como te queda poco tiempo, adquieres un descaro y una falta de precaución envidiables. Te da todo igual. Ser viejo es casi tan liberador como ser rico.
"Soy una jaula a la caza de un pájaro", dice un autor que he leído hace poco. Es checo y se llama Franz Kafka.
Quizá sea eso.
Quizá estoy intentando atrapar una vida que no es la mía. No lo sé.

Marian Izaguirre  La vida cuando era nuestra
Ed. Lumen, 2015

Olvidas y perdonas


Cuenta tu propia historia y serás interesante.

Necesito mis recuerdos. Son mis documentos, tienes que contar tu historia, y tienes que olvidarla. Olvidas y perdonas. Eso te libera.


lunes, 15 de agosto de 2016

Leyendo

Théodore Roussel, The Reading Girl 1886–7

Hay una mujer


Hay una mujer. Ella me odia. Sombra. Ella me llama Sombra. Por ejemplo: ¿Estás aquí de nuevo, Sombra?, me preguntará. Otras veces: Hay pollo relleno para almorzar, ¿te parece bien, Sombra? O traviesamente dice que arrojará su sombra ante sí y por sombra se refiere a mí y se supone que eso me podría causar problemas. Sin embargo, este abandono lúdico no significa necesariamente que ella esté de buen humor, aunque cuando ella está de buen humor, a veces grita alborozada: ¡Mundo de las Sombras! que, me guste o no, es otra referencia a mi persona. Por otro lado, cuando su ánimo es bajo, cuando sus hermanas mayores la llaman desde Lübeck, por ejemplo, o cuando se obsesiona con el peso, aunque le jure que moriría por la última gota de su carne viva, declara que soy el árbol que le impide ver el bosque.

Péter Esterházy  Una mujer
Ed. Alfaguara, 2001
Trad. Judit Xantus Szarvas

domingo, 14 de agosto de 2016

Animales


... está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.

Jorge Luis Borges 
Fragmento de El Idioma Analítico de John Wilkins
Incluido en Otras inquisiciones
Ed. Alianza, 2002

Estudio en de menor


El cielo era de noche
La noche era de llanto
El llanto era de esperanza
Los ojos eran de labios
Los labios eran de alba
La fuente era de nieve
Mi vida era de llama
Mi llama era de río
El río era de bronce
El bronce era de aguja
La aguja era de reloj
El reloj era de ayer:
Ella es de ahora
Ahora es de tierra
Ahora es de piedra
Ahora es de lluvia
Mi orilla es de silencio
Mis manos son de hierba
Mi memoria es de olvido.

Estudio en de menor

sábado, 13 de agosto de 2016

El eje del ego


Únicamente el ser humano, absuelto de besos y contiendas, continúa andando sin extraviarse fijo sobre el eje del ego, avanzando pero sin perderse jamás, fijo y sin embargo en movimiento, la clase de infierno que es real, gris y horrible, sin pecado ni mácula dando vueltas y más vueltas, la clase de infierno que el grisáceo Dante jamás divisó pero del que tenía una pizca dentro de sí. Conócete a ti mismo y entérate que eres mortal, pero conócete a ti mismo negando que eres mortal, un algo de besos y contiendas, un iluminado rayo de lluvia, una clamorosa columna de sangre, un rosal bronceado de espinas, una mezcla de sí y no, un arco iris de amor y odio, un viento que sopla de ida y vuelta, una criatura de hermosa paz como un río, y una criatura de conflicto como una catarata, conócete a ti mismo, en negación de todas esas cosas. Y empezará a girar alrededor del eje del ego obsceno un vacío gris de algo que anda sin perderse, una máquina que en sí no es nada, un centro de la maldita alma mundial.

D. H. Lawrence   La muerte no es el mal, el mal es mecánico

Antes de


Con nadie, en ningún momento, he sido capaz de superar esa distancia de soledad que afecta de entrada a todo lo que siento. Que lo transporta a una parte secreta donde se deposita. Nunca he logrado arrancar de su rincón a esta grieta de silencio mía en la que todo cae nada mas empezar. Sin embargo, el amor es eso: la vida secreta, la vida alejada y sagrada, la vida apartada de la sociedad. La vida apartada de la familia y de la sociedad porque recuerda la vida antes de la familia y de la sociedad, antes del dia, antes del lenguaje. Vida vivípara, en la sombra, sin voz, que ignora incluso el nacimiento.

Pascal Quignard Vida Secreta
Ed. Espasa Calpe, 2004
Trad. Encarna Castejón

Fot. Rodney Smith

viernes, 12 de agosto de 2016

Leyendo


Biblioteca Nacional de España. Sección para lectores ciegos. 
Miguel Cortés Faure, 1932

De pronto


Me preguntas por qué y cuándo
te respondo que fue así
reparar simplemente en un atardecer cualquiera
pongamos por caso -ya que ni siquiera sabemos cuál- de octubre
en cómo golpeaba la luz del sol el rosáceo
e inaccesible flanco sudeste del palacio
Sacchetti
-la luz golpeaba y al tiempo bañaba no sé si me
entiendes?-
reparar en las hojitas negras y agudas de la hiedra -hacía viento
¿comprendes?- recorridas a trechos
hacia arriba en el sendero de obscuras ramificaciones por una especie de
descarga eléctrica reiterada que simultáneamente
estuviese empapada sabe Dios cómo de auténtico y líquido
oro
y sentir deseos de pronto después de infinitos años
de reír reír y a la vez todo lo
contrario

Me preguntas por qué y cuándo
De Epitafio
Ed. Visor
Trad. Carlos Manzano
Fot. Retrato de Giorgio Bassani, anónimo

jueves, 11 de agosto de 2016

Volver



La cuerda cortada puede volver a anudarse,
vuelve a aguantar, 
pero está cortada.

Quizá volvamos a tropezar, 
pero allí donde me abandonaste
no volverás a encontrarme.

Cuerda cortada

miércoles, 10 de agosto de 2016

Pudor


El pudor era un meteoro
el pudor era un meteoro como la lluvia y el viento
el pudor era un meteoro como la lluvia y el viento y el fuego de santelmo
el pudor era un meteoro como la lluvia y el viento y el fuego de santelmo y la nieve y el rayo
el pudor era impredecible más que todos los meteoros juntos
porque no hay cabañuelas para el pudor,
sabes que va a llegar,
no dónde, cuándo,
si con la furia de la tormenta,
si en el agua sumisa de las lágrimas.

… Y la tarde pasaba larga larga,
jugando a un botón más, oh riesgo hermoso.

Antonio Pereira  Sesenta y cuatro caballos
Ed. Calambur, 2011

Palabras


Las palabras que un día escribiste, las que han perdido ya su sentido y las que son antiguas y a la vez son bellísimas. Las palabras que merecen ser olvidadas y las bocas que tan bien pronunciaban aquel ritmo monocorde, ya - nadie - más - te - espera. Las palabras más sucias, las que aún ignoro cuando estoy desvelado, y las palabras que traicionan con su ternura y su pánico. Las que tendrás que callar porque alguien va a salir martirizado de esta queja. Las tremendas palabras, las que no están.

Luis Miguel Rabanal

martes, 9 de agosto de 2016

Sin fe



A Idea Vilariño

Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entró en el almacén, nada más que las manos;
lentas, intimidadas y torpes, moviéndose sin fe, largas y todavía sin tostar, disculpándose por su actuación desinteresada. 

Juan Carlos Onetti, De los adioses
Ed. Seix Barral, 2003

lunes, 8 de agosto de 2016

Límites


Tarde o temprano en la vida cada uno descubre que la felicidad perfecta es irrealizable, pero pocos son los que nos detenemos a considerar la antítesis: que la infelicidad perfecta es igual de inalcanzable. Los obstáculos que impiden la realización de estos dos estados extremos son de la misma naturaleza: derivan de nuestra condición humana, que se opone a todo lo infinito. Nuestro cada vez más insuficiente conocimiento del futuro se opone a ello: y esto se llama, en un caso, esperanza y en el otro caso, la incertidumbre del día siguiente. La certeza de la muerte se opone a ello: porque establece un límite en cada alegría, pero también en cada duelo.

Ed. El Aleph, 2013
Trad. Pilar Gómez Bedate

Errar


Es verdad que el mar favorece mi ensoñación, porque asegura la distancia, y significa, para los sentidos, la plenitud vacante; pero ocurre de una forma no específica, y veo que los grandes desiertos, o la trama, desierta también, de las rutas de un continente, pueden ocupar la misma función, que es la de permitirnos errar, aplazando por mucho tiempo la mirada que a todo abraza, y renuncia. (...) Pero es así como olvidamos los límites, que son la potencia, sin embargo, de nuestro ser en el mundo.

Yves Bonnefoy, El territorio interior
Ed. Sexto piso, 2014
Trad. Ernesto Kavi

domingo, 7 de agosto de 2016

El peso de la sombra


... ¿Quién soy yo para saber cual es el peso de sombra necesario para construir la claridad de un verso?

Dinis Machado  Lo que dijo Molero

sábado, 6 de agosto de 2016

Adiós


En medio de las frases, de las palabras, de la algarabía, se le oye, no hay duda. Con voz ahogada pero insistente. Dice -incluso se entiende- : tengo una cita. ¿Con qué? Tendemos las manos como para recibirlo pero nada viene a llenarlas. Se ha levantado un viento ligero, el color rojo de los alhelíes vacila. Nos decimos, sí, ¿con qué? El calendario ordena sus fechas: el pasado y el futuro son, en él, cifras inmóviles. Es el presente el inasible. Está en la boca como una iluminación repentina. Como esa voz que, a punto de decir adiós, murmura - se puede oír claramente- : Esto no es serio. No se le dice adiós a nada.

Jacques Ancet  Puesto que él es este silencio, Prosa para Henri Meschonnic
Ed. Salto de página
Trad. Joséphine Cabello y Régulo Hernández.

La mujer de la foto



Un fotógrafo, pensó. Recordó que había conocido a Zita en una exposición de fotografías; ella estaba contemplando una foto de sí misma. Inni vio primero la foto y luego a Zita, y de momento no supo quién traicionaba a quién, si la mujer de la foto a la persona que la estaba contemplando o al revés. Hay fotos tan perfectas, como esa de Virginia Woolf a los veinte años, que el ser vivo que representado en ellas parece una invención, algo creado exclusivamente para hacer una foto. Sin embargo Inni no tardó en comprender que, si quería conocer a la mujer de la foto, tendría que abordar a la que estaba delante, y así lo hizo.

Cees Nooteboom   Rituales, Alter Ego II
Ed. Siruela, 2009
Trad. Francisco Carrasquer

Fot. George Charles Beresford, Virginia Woolf, 1902