sábado, 19 de marzo de 2016

Embriagaos


Hay que estar siempre ebrios. Eso es todo, es lo único que importa. Para no sentir el terrible fardo del tiempo que vence tus hombros y te aplasta contra el suelo, hace falta estar ebrio.

¿Pero, de qué? De vino, poesía o virtud, como desees. Pero embriágate.

Y si alguna vez, estando sobre los escalones de un palacio, o sobre la verde hierba del camino o en la soledad taciturna de tu alcoba, te despiertas y la ebriedad ha disminuido o desaparecido del todo, pregúntale al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntales qué hora es, y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj te responderán: “¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados por el tiempo, hay que embriagarse. ¡Embriágate sin medida! De vino, poesía o virtud, como desees.”

Charles Baudelaire. Embriagaos. 7 de febrero de 1864 en Le Figaro

Miras y esperas


Estás sentado en una silla, nada te toca, sientes
como se vuelve el viejo un ser más viejo, imaginas
solo la paciencia del agua, el fastidio de la piedra.
Piensas que el silencio es la página de más,
piensas que nada es bueno, ni malo, ni siquiera
la sombra que invade la casa mientras tú miras, sentado,
como la invade. Otras veces la has visto. Tus amigos
pasan tras la ventana, en sus rostros la marca de la pena.
Quisieras saludarlos pero no puedes ni alzar la mano.
Estás sentado en una silla. Te vuelves hacia la yerbamora
que extiende sobre la casa su red ponzoñosa.
Pruebas la miel de la ausencia. Es lo mismo.
Dondequiera que estés, es lo mismo que se pudra
la voz antes que el cuerpo o que se pudra el cuerpo
antes que la voz. Sabes que el deseo lleva a la pena,
la pena a la consumación, la consumación
al vacío. Sabes que esto es diferente, esto
es la celebración, la única celebración,
sabes que si te das entero a la nada
habrás sanado. Sabes que hay alegría en sentir
como tus pulmones preparan su futuro de ceniza,
y así esperas, miras y esperas: el polvo se establece.
Rondan la sombra las horas milagrosas de la infancia.

Mark Strand
En celebración
Traducción de Octavio Paz