miércoles, 21 de marzo de 2018

El aire y la nada


(...) para Nietzsche, el aire es la sustancia misma de nuestra libertad, la sustancia de la alegría sobrehumana. El aire es una especie de materia superada, como la alegría nietzscheana es una alegría humana superada. La alegría "terrestre" es riqueza y gravedad- la alegría "acuática" es blandura y reposo- la alegría "ígnea" es amor y deseo- la alegría aérea es libertad. 
El aire nietzscheano es entonces una extraña sustancia, es la sustancia sin cualidades sustanciales. Puede, por lo tanto, caracterizar al ser como adecuado a una filosofía del devenir total. En el reino de la imaginación, el aire nos libera de las ensoñaciones sustanciales, íntimas, digestivas. Nos libera de nuestra adhesión a las materias: es, pues, la materia de nuestra libertad. A Nietzsche el aire no le trae "nada". No le da "nada". Es la inmensa gloria de una Nada. Pero no "dar nada" ¿no es el más grande de los dones? El gran donador de las manos vacías nos libera de los deseos de la mano tendida. Nos acostumbra a no recibir nada, en consecuencia a tomarlo todo. ¿No es el donador, pregunta Nietzsche, quien debe dar gracias al que se ha dignado a recibir?" (...) Pero desde ahora ya se comprende que el aire es esa "sustancia infinita" que se atraviesa de una vez, en una libertad ofensiva y triunfante como el rayo, como el águila, como la flecha, como la mirada soberana e imperiosa. En el aire arrebata uno a su víctima en pleno día, sin ocultarse.

Gaston Bachelard
El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación del movimiento
Ed. Breviarios del FdCE
Trad. Ernestina de Champourcin