lunes, 15 de agosto de 2016

Leyendo

Théodore Roussel, The Reading Girl 1886–7

Hay una mujer


Hay una mujer. Ella me odia. Sombra. Ella me llama Sombra. Por ejemplo: ¿Estás aquí de nuevo, Sombra?, me preguntará. Otras veces: Hay pollo relleno para almorzar, ¿te parece bien, Sombra? O traviesamente dice que arrojará su sombra ante sí y por sombra se refiere a mí y se supone que eso me podría causar problemas. Sin embargo, este abandono lúdico no significa necesariamente que ella esté de buen humor, aunque cuando ella está de buen humor, a veces grita alborozada: ¡Mundo de las Sombras! que, me guste o no, es otra referencia a mi persona. Por otro lado, cuando su ánimo es bajo, cuando sus hermanas mayores la llaman desde Lübeck, por ejemplo, o cuando se obsesiona con el peso, aunque le jure que moriría por la última gota de su carne viva, declara que soy el árbol que le impide ver el bosque.

Péter Esterházy  Una mujer
Ed. Alfaguara, 2001
Trad. Judit Xantus Szarvas