domingo, 30 de abril de 2017

Por el tenue puente vinieras



Extrañeza, misterio y delicia…
como si de la negrura oscilante
de alguna mascarada en cámara lenta
por el tenue puente vinieras.

Y la noche fluía, y el silencio flotaba
en sus arroyos satinados
ese perfil de lobo en la negra máscara
y esos tiernos labios tuyos.

Y bajo el castaño, por el canal
pasaste tu anzuelo de reojo.
¿Qué comprendió mi corazón en ti,
cómo me moviste de esta forma?

En tu ternura momentánea
o en el contorno oscilante de tus hombros,
¿advertí un bosquejo pálido
de otros — irrevocables— encuentros?

¿Acaso una romántica piedad
te llevó a entender
lo que dejara temblando a esa flecha
que ahora se incrusta en mis palabras?

No sé nada. Curiosamente
el verso vibra, y en él, la flecha…
¿Tal vez tú, todavía sin nombre, eras
la genuina, la esperada?

Pero no bien apareció el dolor
logró perturbar nuestra hora estrellada.
Regresó a la noche la fisura gemela
de tus ojos, ojos sin alumbrar.

¿Por cuánto? ¿Por siempre? Por lo pronto
sigo andando, queriendo escuchar
la revolución de estrellas sobre nuestro encuentro
por si tú ya fueras mi destino…

Extrañeza, misterio y delicia,
como de una súplica distante.
Mi corazón debe seguir andando.
Excepto si tú ya fueras mi destino…

Vladimir Nabokov escribió este poema horas después de conocer a Vera, la que sería su mujer y editora durante 50 años.

Trad. Olga Voronina

sábado, 29 de abril de 2017

Árbol de Diana


Árbol de Diana

1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.

2
Estas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...

3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

4
Ahora bien:
Quién dejará de hundir su mano en busca
del tributo para la pequeña olvidada. El frío
pagará. Pagará el viento. La lluvia pagará.
Pagará el trueno.

5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mudo

6
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe

7
Salta con la camisa en llamas
de estrella a estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.

8
Memoria iluminada, galería donde vaga
la sombra de lo que espero. No es verdad
que vendrá. No es verdad que no vendrá.



viernes, 28 de abril de 2017

La tumba de mi madre



Un domingo, ya hacia el atardecer, fui al cementerio, que está a pocos pasos del lugar donde vivo. Justo antes había llovido y todo estaba aún húmedo: el camino, los árboles. Entré en el camposanto, donde reposan las tumbas antiguas, calladas, sagradas, y, como si se tratara de un abrazo dulce, cariñoso, casto, fui recibido por el verde más bello y lozano que había visto hasta entonces. Avancé por el camino de gravilla con pasos sigilosos. El silencio era absoluto. No se movía ni una hoja, ninguna agitación, ni el más leve temblor. Era como si todo estuviera alerta. Como si el verdor percibiera la solemnidad que lo envolvía y estuviera inmerso en una larga y profunda meditación sobre el misterio, remoto y a la vez eternamente joven, de la vida y de la muerte; así flotaba y yacía con su belleza húmeda y maravillosa. Nunca he visto nada igual. Mucho me debió de afectar el sentir que el lugar del silencio y la implacable muerte fuera tan dulce, tan verde, tan cálido. No había nadie aparte de mí. No había nada aparte del verdor y de las lápidas. Apenas me atrevía a respirar en la quietud, y tenía la impresión de que mis pasos resultaban inoportunos y groseros en medio de aquel silencio sagrado, severo y delicado. El rico verdor de una acacia colgaba con bondad risueña e infinita por encima de una tumba ante la que me acababa de detener. Era la tumba de mi madre. Todo allí parecía murmurar y balbucir, conversar y comentar. La viva imagen de los seres queridos y adorados se elevaba con su propio rostro, un rostro de expresión noble, desde la inconcebible hondura de la verde y silenciosa tumba. Permanecí allí largo tiempo. Pero sin tristeza. También tú y yo, nosotros, todos nosotros llegaremos allí alguna vez, allí donde todo enmudece, donde todo ha concluido ya, donde todo culmina y se disuelve hasta convertirse en silencio.

Robert Walser   La tumba de mi madre, 1914
En “ La eternidad de un día
Clásicos del periodismo literario alemán (1823-1934) a cargo de Francisco Uzcanga Meinecke.
Edit. Acantilado

jueves, 27 de abril de 2017

Algo tira del hilo



SIDERMITAS

Algo tira del hilo. Lo tensa.
Lo corta.

Disociación. Retirada. Dis
locución 

Entonces 
una chispa un 
ardor un nuevo impulso y
luego la caída y

un tumulto de voces ecos
de inalcanzables proporciones.

(....) 

Un hilo se soltó 
allá lejos
Y una inquietante disonancia 
golpeó el espacio.

Y era túnel luego gruta y túnel
otra vez y 
penetraste en aquella oscuridad.

La herida en la lengua
Fragmentos

miércoles, 26 de abril de 2017

De pronto


Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra traspasado por un rayo de sol: y de pronto anochece.

Salvatore Quasimodo

Foto del autor, de Ugo Mulas, 1962

martes, 25 de abril de 2017

Decía



Decía: no se piensa ni para gustar ni para disgustar, sino para inventarse en el pensamiento. Decía: no soy yo / no eres tú / es la vida / la que camina / en ti en mí. Por eso tenía, como el día, siempre la misma luz, siempre otra luz.

Jacques Ancet
Puesto que él es este silencio, Prosa para Henri Meschonnic.
Ed. Salto de Página.
Trad. Josephine Cabello y Régulo Hernández

domingo, 23 de abril de 2017

Objetivo


A veces, como sucede con un cohete teledirigido, la obra de arte se dirige justamente a ese objetivo en tu interior que alberga un enigma semejante al expresado por la propia obra. Sabes de qué va ese enigma, platónicamente existe la posibilidad de que alguna vez encuentres la fórmula para expresarlo, pero tendrás que seguir buscándola, y, mientras no la hayas encontrado aún, no se te ocurra desvelar el enigma ni menos aún ofenderlo mediante la invención de una fórmula zafia. Obsevar, escuchar, leer, eso siempre funciona.

Cees Nooteboom
El enigma de la luz

sábado, 22 de abril de 2017

Lobotomía


—Oh, el amor, ¿sabes…? El cuerpo, el amor, la muerte, esas tres cosas no hacen más que una. Pues el cuerpo es la enfermedad y la voluptuosidad, y es el que hace la muerte; sí, son carnales ambos, el amor y la muerte, ¡y ése es su terror y su enorme sortilegio! Pero la muerte, ¿comprendes?, es, por una parte, una cosa de mala fama, impúdica, que hace enrojecer de vergüenza; y por otra parte es una potencia muy solemne y majestuosa (mucho más alta que la vida risueña que gana dinero y se llena la panza; mucho más venerable que el progreso que fanfarronea por los tiempos) porque es la historia y la nobleza, la piedad y lo eterno, lo sagrado, que hace que nos quitemos el sombrero y marchemos sobre la punta de los pies… De la misma manera, el cuerpo también, y el amor del cuerpo, son un asunto indecente y desagradable, y el cuerpo enrojece y palidece en la superficie por espasmo y vergüenza de sí mismo. ¡Pero también es una gran gloria adorable, imagen milagrosa de la vida orgánica, santa maravilla de la forma y la belleza, y el amor por él, por el cuerpo humano, es también un interés extremadamente humanitario y una potencia más educadora que toda la pedagogía del mundo…! ¡Oh, encantadora belleza orgánica que no se compone de pintura al óleo ni de piedra, sino de materia viva y corruptible, llena del secreto febril y de la podredumbre! ¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre, y el sexo oscuro entre los muslos! Mira los omóplatos, cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda, y la columna vertebral que desciende hacia la doble lujuria fresca de las nalgas, y las grandes ramas de los vasos y de los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y como la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas. ¡Oh, las dulces regiones de la juntura interior del codo y del tobillo, con su abundancia de delicadezas orgánicas, bajo sus almohadillas de carne! ¡Qué fiesta más inmensa al acariciar esos lugares deliciosos del cuerpo humano! ¡Fiesta para morir luego sin un solo lamento! ¡Sí, Dios mío, déjame sentir el olor de la piel de tu rótula, bajo la cual la ingeniosa cápsula articular segrega su aceite resbaladizo! ¡Déjame tocar devotamente con mi boca la “Arteria femoralis” que late en el fondo del muslo y que se divide, más abajo, en las dos arterias de la tibia! ¡Déjame sentir la exhalación de tus poros y palpar tu vello, imagen humana de agua y de albúmina, destinada a la anatomía de la tumba, y déjame morir con mis labios pegados a los tuyos!

Thomas Mann  "La montaña mágica"
Ed. Edhasa.
Trad. Mario Verdaguer.

jueves, 20 de abril de 2017

Unos van por un sendero recto



Unos van por un sendero recto, 
Otros caminan en círculo, 
Añoran el regreso a la casa paterna 
Y esperan a la amiga de otros tiempos. 
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo, 
Llevo conmigo el infortunio, 
Voy hacia nunca, hacia ninguna parte, 
Como un tren sobre el abismo.


miércoles, 19 de abril de 2017

Soledad



Sólo una cosa es necesaria: la soledad. La gran soledad interior. Ir hacia sí mismo y no encontrar a nadie durante horas, eso es lo que hay que lograr.

Rainer Maria Rilke
Cartas a un joven poeta

martes, 18 de abril de 2017

Tarde


TARDE

Tal por las estaciones del discurso se aquietan las palabras 
con los picos entreabiertos, una a una, 
la sensitiva unánime del bosque tocada por la hoguera 
se agazapa taciturna soñando nubarrones presentes. 
Los helechos impávidos, 
las corolas que gimieran acaso al menor roce, 
mustias de savia pegajosa que se adensa y se angosta: 

es un caer de ángeles la hora, un cegar con resina los sentidos; 
y el déspota verano de vapores y plomo 
reverbera en los ojos rasgados de la tarde 
y el pasmo en la piel es como el limbo 
doloroso y tierno de esas hojas tan grandes 
—oh ineptos, 
tacto sin yemas, nariz sin alas, 
al vislumbrar las hijas de los hombres. 

Como pájaros tristes en el calor del día.

lunes, 17 de abril de 2017

domingo, 16 de abril de 2017

Mariposas



Te acuerdas de lo que te dije, después de tantos años de no vernos, las frívolas palabras, con que aquella mañana inopinadamente volvimos a encontrarnos. 

"Colecciono amores antiguos, como quien colecciona mariposas, pero algunas veces cuando intento clavarles un alfiler, se deshacen, y sólo queda un poco de polvo". 

¿Quieres enriquecer mi colección? Te decía riendo mientras te miraba con algo de tristeza pensando si tú serías de los que nada queda, de los que ya es inútil clavarles el alfiler. 

Felicidad Blanc
Carta a Luis Cernuda

Foto: Annemarie Kahlert
Am Rand Der Strasse, 1956


sábado, 15 de abril de 2017

Un caldero cascado



…como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas.

Gustave Flaubert
Madame Bovary

Fot. de Elsie Ferguson, anónima

viernes, 14 de abril de 2017

Poema en blanco


Con la puerta cerrada y la seguridad de estar solo, sacaba un viejo cuaderno, cosido con una seda robada del costurero de su madre, y rotulado con letra redonda de colegial: "La Encina, Poema." Escribía en él hasta mucho después de la medianoche. Pero como por cada verso que agregaba borraba otro, el total, a fin de año, solía ser menos que al principio, y era como si, a fuerza de escribirlo, el poema se fuera convirtiendo en un poema en blanco.


Collage: John Stezaker
Fall X, 2009

Silencio



Se dice que cada persona es una isla, y no es cierto, cada persona es un silencio, eso, un silencio, cada una con su silencio, cada una con el silencio que es.

José Saramago
La Caverna

jueves, 13 de abril de 2017

También yo


también yo
tenso mi voz
hacia tu luz
estoy en mi lugar
cada vez
más lejos
vuelvo
sin palabras
conmigo contigo
para ser
nuestro lenguaje


Versión de Hugo Savino
Puesto que soy esa zarza
Ed. Leviatán, 2008

miércoles, 12 de abril de 2017

Me iré y no sabré volver


Simplemente no soy de este mundo... yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva... no puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie... ¿qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un “saber volver”. No lo querré acaso.

Alejandra Pizarnik

Salgo a buscarte y llego tarde


Julio

Desde que me quitaste
tu cuerpo,
sin saber qué quitabas,
hay más tiempo
en el cielo
y una mancha de sangre
en el cabo
de mi hacha.

Hacho pisando hojas,
me desnudan y bañan
en un patio de estancia.

La vida es una larga
pileta con violetas,
una pileta en forma
de cruz
que se cubría
y que cubría el campo
de violetas.

Ya no grito tu nombre
cuando sueño
que he perdido las botas
o que muero.
Ahora las busco solo
por el suelo
como cuando buscaba
gateando mis soldados.

Y cuando sueño que te vas
no grito
pero salgo a buscarte
y llego tarde
y me enferma tu tiempo.
En el sueño es verano; 
la mañana es de invierno.

“Febrero 72, febrero 73”
Juarez Editor, 1973

Fotograma de Geheimnisse einer Seele / Secrets of a Soul

martes, 11 de abril de 2017

Belleza


Ya que no podemos extraer belleza de la vida, busquemos al menos extraer belleza de no poder extraer belleza de la vida. Hagamos de nuestro fracaso una victoria, algo positivo y erguido, con columnas, majestad y aquiescencia espiritual.
Si la vida no nos ha dado más que una celda de reclusión, hagamos por ornamentarla, aunque más no sea, con las sombras de nuestros sueños, diseños y colores, esculpiendo nuestro olvido bajo la quieta exterioridad de los muros.
Como todo soñador , siempre he sentido que mi oficio era crear. Como nunca he sabido hacer un esfuerzo o activar una intención, crear me ha coincidido siempre con soñar, querer o desear; y hacer gestos , con soñar los gestos que desearía poder hacer.

Fernando Pessoa, Estética del desaliento
El libro del desasosiego de Bernardo Soares,
Ed. Seix Barral, 2010
Edición y traducción de Ángel Crespo

Raíces



Vuelto a sus raíces, el lenguaje de los amantes regresaba a la palabra desnuda, al balbuceo de una palabra anterior a toda poesía.

Alejo Carpentier
El siglo de las luces

lunes, 10 de abril de 2017

Dos gotas


DOS GOTAS

Los bosques ardían–
mas ellos
en sus cuellos enredaban los brazos
como ramos de rosas

la gente corría a los refugios–
él decía que su esposa tenía cabellos
en los que uno podía esconderse

cubiertos con una sola manta
musitaban impúdicas palabras
la letanía de los amantes

Si la cosa se ponía fea
saltaban en los ojos del otro
y los cerraban con fuerza

con tanta fuerza que no sintieron el fuego
que alcanzaba sus pestañas

hasta el final fueron audaces
hasta el final fueron fieles
hasta el final fueron parecidos
como dos gotas
detenidas al borde de la cara

Poesía completa
Lumen

La herida en la lengua


En una de las que serían sus últimas noches de libertad, Friedrich Nietzsche sale de su alojamiento en el número 20 de la calle Milano. Es enero en Turín, y hace frío. Aprieta el nudo de la bufanda en torno al cuello de su abrigo. Va a cruzar la calle cuando, ante él, un caballo se desploma. El cochero, impaciente, lacera a latigazos el lomo del animal, que no puede tirar de la carga. El filósofo corre hacia él, se abraza a su cuello y, llorando, le pide perdón en nombre de la humanidad.

La historia considera este episodio como uno de los síntomas de su locura.

Chantal Maillard    La herida en la lengua
Ed. Tusquets.

Fot. Marlo Broekmans
Train of thought, 1980

domingo, 9 de abril de 2017

Es difícil ayudar


Es difícil ayudar. Saber lo que buscas, lo que te entristece en tus tristezas. Es algo que ha desaparecido pero que existe, está en ti. Lo que buscas es un tiempo mejor, un mundo más hermoso. 
Quizás es ese mundo únicamente lo que abrazas cuando abrazas a tus amigos. Tú, junto con ellos, eres ese mundo.

Basilio Martín Patino
Los paraísos perdidos, 1985

Consejos vendo, para mí no tengo

Imita lo menos posible a los hombres en su enigmática enfermedad de hacer nudos.

sábado, 8 de abril de 2017

Hemos


Mira a todos a tu alrededor y ve lo que hemos hecho de nosotros y de eso considerado como victoria nuestra de cada día. No hemos amado por encima de todas las cosas. No hemos aceptado lo que no se entiende porque no queremos pasar por tontos. Hemos amontonado cosas y seguridades por no tenernos el uno al otro. No tenemos ninguna alegría que no haya sido catalogada. Hemos construido catedrales y nos hemos quedado del lado de afuera, pues las catedrales que nosotros mismos construimos tememos que sean trampas. No nos hemos entregado a nosotros mismos, pues eso sería el comienzo de una vida larga y la tememos. Hemos evitado caer de rodillas delante del primero de nosotros que por amor diga: tienes miedo. Hemos organizado asociaciones y clubs sonrientes donde se sirve con o sin soda. Hemos tratado de salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser inocentes. No hemos usado la palabra amor para no tener que reconocer su contextura de odio, de amor, de celos y de tantos otros opuestos. Hemos mantenido en secreto nuestra muerte para hacer posible nuestra vida. Muchos de nosotros hacen arte por no saber cómo es la otra cosa. Hemos disfrazado con falso amor nuestra indiferencia, sabiendo que nuestra indiferencia es angustia disfrazada. Hemos disfrazado con el pequeño miedo el gran miedo mayor y por eso nunca hablamos de lo que realmente importa. Hablar de lo que realmente importa es considerado una indiscreción. No hemos adorado por tener la sensata mezquindad de acordarnos a tiempo de los falsos dioses. No hemos sido puros e ingenuos para no reírnos de nosotros mismos y para que al fin del día podamos decir «al menos no fui tonto» y así no quedarnos perplejos antes de apagar la luz. Hemos sonreído en público de lo que no sonreiríamos cuando nos quedásemos solos. Hemos llamado debilidad a nuestro candor. Nos hemos temido uno al otro, por encima de todo. Y todo eso lo consideramos victoria nuestra de cada día.

Clarice Lispector
Aprendizaje o El libro de los placeres
Ed. Siruela 2012
Trad. Cristina Sáenz de Tejada

Sintaxis


Lo que llamamos estilo sucede más allá de la gramática. No es lo mismo decir: "ahí está la ventana" que "la ventana está ahí". En un caso se privilegia el espacio; en el otro, el objeto. Toda sintaxis es una concepción del mundo.

Abelardo Castillo

viernes, 7 de abril de 2017

Mi sangre es un camino



Me empuja a martillazos y a mordiscos, 
me tira con bramidos y cordeles 
del corazón, del pie, de los orígenes, 
me clava en la garganta garfios dulces, 
erizo entre mis dedos y mis ojos, 
enloquece mis uñas y mis párpados, 
rodea mis palabras y mi alcoba 
de hornos y herrerías, 
la dirección altera de mi lengua, 
y sembrando de cera su camino 
hace que caiga torpe y derretida.

Mujer, mira una sangre,
mira una blusa de azafrán en celo,
mira un capote líquido ciñéndose en mis huesos 
como descomunales serpientes que me oprimen 
acarreando angustia por mis venas.

Mira una fuente alzada de amorosos collares
y cencerros de voz atribulada
temblando de impaciencia por ocupar tu cuello, 
un dictamen feroz, una sentencia, 
una exigencia, una dolencia, un río 
que por manifestarse se da contra las piedras, 
y penden para siempre de mis 
relicarios de carne desgarrada.

Mírala con sus chivos y sus toros suicidas 
corneando cabestros y montañas, 
rompiéndose los cuernos a topazos, 
mordiéndose de rabia las orejas, 
buscándose la muerte de la frente a la cola.

Manejando mi sangre, enarbolando 
revoluciones de carbón y yodo, 
agrupando hasta hacerse corazón, 
herramientas de muerte, rayos, hachas, 
y barrancos de espuma sin apoyo,
ando pidiendo un cuerpo que manchar.

Hazte cargo, hazte cargo
de una ganadería de alacranes 
tan rencorosamente enamorados,
de un castigo infinito que me parió y me agobia 
como un jornal cobrado en triste plomo.

La puerta de mi sangre está en la esquina 
del hacha y de la piedra, 
pero en ti está la entrada irremediable.

Necesito extender este imperioso reino,
prolongar a mis padres hasta la eternidad,
y tiendo hacia ti un puente de arqueados corazones 
que ya se corrompieron y que aún laten.

No me pongas obstáculos que tengo que salvar, 
no me siembres de cárceles, 
no bastan cerraduras ni cementos,
no, a encadenar mi sangre de alquitrán inflamado 
capaz de despertar calentura en la nieve.

¡Ay qué ganas de amarte contra un árbol, 
ay qué afán de trillarte en una era, 
ay qué dolor de verte por la espalda 
y no verte la espalda contra el mundo!

Mi sangre es un camino ante el crepúsculo 
de apasionado barro y charcos vaporosos 
que tiene que acabar en tus entrañas, 
un depósito mágico de anillos 
que ajustar a tu sangre, 
un sembrado de lunas eclipsadas
que han de aumentar sus calabazas íntimas, 
ahogadas en un vino con canas en los labios, 
al pie de tu cintura al fin sonora.

Guárdame de sus sombras que graznan fatalmente
girando en torno mío a picotazos, 
girasoles de cuervos borrascosos. 
No me consientas ir de sangre en sangre 
como una bala loca,
no me dejes tronar solo y tendido.

Pólvora venenosa propagada,
ornado por los ojos de tristes pirotecnias, 
panal horriblemente acribillado
con un mínimo rayo doliendo en cada poro, 
gremio fosforescente de acechantes tarántulas 
no me consientas ser. Atiende, atiende 
a mi desesperado sonreír, 
donde muerdo la hiel por sus raíces 
por las lluviosas penas recorrido. 
Recibe esta fortuna sedienta de tu boca 
que para ti heredé de tanto padre.

Mi sangre es un camino

Disfraz


...SUB SOLE

No te engañes.
Este desnudo también es un disfraz.

La otra hija
Ed. Suburbia, 2012

jueves, 6 de abril de 2017

Ah de la vida


“¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni a dónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.


Collage de Katrien De Blauwer

He aquí el amor


He aquí el amor. 
Repito: 
He aquí el amor. 

Pero mejor hablaremos de esta puerta. 
Una puerta es una puerta 
a la que yo golpeo día y noche, 
a la que yo golpeo día y noche, 
a la que yo golpeo día y noche. 
Y aunque nadie responda, 
y aunque nadie responda, 
y aunque nadie responda, 
el aire es el aire de todos los dias, 
las plantas son verdes como siempre, 
y el mismo cielo esférico me envuelve 
lunes, martes, miércoles,jueves, viernes, sábado y domingo. 
¿Pero, qué puedo yo decir del amor? 
¿Qué puedo yo decir del amor? 
¿Qué puedo yo decir del amor? 
En cambio, esta puerta es indudable; 
por ella entro y salgo día y noche 
hacia los verdes campos que me esperan, 
hacia el mismo cielo esférico y perenne. 

¿Pero qué puedo yo decir del amor? 
¿Qué puedo yo decir del amor? 
¿qué puedo yo decir del amor? 
Mejor sigo hablando de esta puerta. 

miércoles, 5 de abril de 2017

Nadie dijo



Una vez vi un cepo con media pata entre los dientes

El rastro herido se adentraba decidido en la hojarasca

El rojo sobre el amarillo brillaba como un amanecer

Alguien lo había conseguido. Alguien era libre

Nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo que no doliera.


Poema de amor #39

Floating

martes, 4 de abril de 2017

Caracola


Delante del espejo en el dormitorio de mis padres había una caracola rosa. Solía acercarme a ella de puntillas y con un repentino movimiento ponérmela en la oreja. Quería pillarla en ese momento, cuando no siente añoranza con su monótono susurro. Aunque era pequeño, sabía que incluso cuando se ama mucho a alguien, a veces sobreviene el olvido.

Zbigniew Herbert   Caracola

lunes, 3 de abril de 2017

Roce


Roce del tiempo con el tiempo,
roce de una mirada con su objeto
o con otra mirada,
roces de los cuerpos que vagan
como extrapolaciones del vacío,
roce de un pensamiento con otro
o con su propia sombra.

Los roces constituyen la vida
y quizá la calientan levemente
ante el invierno sin roces de la muerte.
La unión y el encuentro
son blancos demasiado netos
y el frío los abate
como a troncos fácilmente localizables.

Vivir parece sólo un roce con el ser.
Pero tal vez sea posible
detenerse en un roce,
como una canción en una rama,
para saludar al sol o a los pájaros.

domingo, 2 de abril de 2017