martes, 11 de septiembre de 2018

Lugar de nacimiento


Lugar de nacimiento

I

La mesa de pino en que escribía, tan pequeña y simple,
la sencillez del lecho, verdadero sueño de disciplina.
Y una cocina adoquinada allá abajo, sus rayos oblicuos

de luz espesa: una imperturbada, confiable vida
fantasmal, sin necesidad de inventar nada.
Y altos árboles en torno de la casa, grato aroma,

día y noche, de vientos como carretas lentas
que llegan tarde del mercado, o la conmoción intensa
que un violín podría causar en su renuente corazón.

II

Aquel día, fuimos una de tantas
duplicidades atormentadas, sin habla
hasta que habló de ellos,

los perseguidores del silencio al mediodía,
en un carril profundo, sexual,
lleno de helechos y mariposas.

asustado por nuestra pena,
nudo en la garganta, dolor de corazón,
por entre el bosque de tierra húmeda

donde armamos todo un episodio
de nosotros mismos, inolvidable,
inmencionable,

y nos dispersamos de nuevo como ganado
entre los arbustos, mojados y escurridos
a unos metros de la casa.

III

Si todos los sitios no están en ninguno,
¿quién podrá probar la existencia
de un lugar cualquiera?

Regresamos vacíos
a alimentarnos y resistir
las palabras del descanso:

lugar de nacimiento, viga del techo,
cal y canto, hogar, losetas,
como pesas de acero sin apilar

flotando entre galaxias.
Y aún así, ¿acaso fue hace treinta años
que me quedé leyendo hasta el amanecer,

por primera vez, de principio a fin,
El retorno del nativo?
La codorniz entre la hierba

se hizo realidad, y yo escuché
el canto del gallo y a los perros
tal como si él los estuviera describiendo