jueves, 31 de marzo de 2016

El grano de locura


Si no captas la pequeña raíz o el pequeño grano de locura de alguien, no puedes amarlo. En alguna parte todos somos dementes ¿no? El punto de demencia de alguien llega a ser la fuente misma de su encanto.

Gilles Deleuze

Fot. Hélène BambergerGilles Deleuze

Hipótesis no verificada


A veces me dormía tan pesadamente sobre el diván que al despertar experimentaba un estupor angustiado: como si mi conciencia, al emerger anónimamente de la noche, dudara antes de reencarnarse. O contemplaba con mirada incrédula el decorado familiar: reverso ilusorio y tornasolado del vacío donde me había sumergido. Mi mirada se detenía sorprendida en los objetos que había traído de los cuatro rincones de Europa. Mis viajes, el espacio no conservaba huella de ellos, mi memoria desdeñaba evocarlos; y las muñecas, los vasos, las baratijas estaban allí. Una nada me fascinaba, me obsesionaba. Encontrar un pañuelo de seda roja y un almohadón violeta: ¿cuándo he visto por última vez fucsias, su vestido de obispo y cardenal, su largo sexo frágil? La campanilla luminosa, la simple rosa silvestre, la madreselva desgreñada, los narcisos, abriendo en su blancura grandes ojos atónitos, ¿cuándo? Podían no existir ya en el mundo y no lo sabría. Ni nenúfares en los estanques, ni trigo sarraceno en la campiña. La tierra está a mi alrededor como una vasta hipótesis que ya no verifico.

Simone de BeauvoirLa edad de la discreción
Incluido en La mujer rota
Ed. Edhasa, 2007
Trad: Dolores Sierra y Neus Sánchez