jueves, 7 de diciembre de 2017

Leyendo


Vino peleón


TRATADO XXVI, DEL VINO PELEÓN.

El cielo, el río, el océano, los astros y la tierra son de una belleza majestuosa y no hablan.
Las cuatro estaciones y su cortejo de plantas, de nieve, de bestias y de vestidos se suceden y no hablan.
Los miembros, los ladrillos, los excrementos, los dientes, la corta infancia y la extrema vejez, los pétalos y los arenales, los ojos y los sexos participan de esta belleza y no hablan,
Los hombres discuten entre sí, se dirigen a los dioses y formulan opiniones porque temen la belleza atroz.
Las palabras de los hombres son el agua y el azúcar que mezclan con el concentrado de arak más puro. Las obras son las pequeñas cucharas que sirven para mezclar el agua, el azúcar y el arak en el vaso. El vaso son las ciudades del mundo. A esta mixtura desleída la llaman -en su extraña mixtura desleída- con el nombre extraño de lengua. Y se toman esa bebida aguada y azucarada que les cierra los párpados y que les separa menos de lo que piensan de la crueldad y de los estratos superpuestos de lo que los precede y del silencio.

Pascal Quignard
Pequeños tratados I 
Editorial Sexto Piso
Trad. Miguel Morey

Fot. Robert Frank by Walker Evans

Repetición


Esta misma mañana, al acordarme de los calígrafos repitentes de los que ahora escribo, he tenido por momentos la sensación de que entreveía al oscuro parásito de la repetición quede oculta en el centro de toda creación literaria. Un parásito que tiene la forma de una gota gris solitaria que irremediablemente se halla en medio de toda la lluvia o tempestad y a la vez en el centro mismo del universo, donde, como es sabido, se acometen, una y otra vez, de forma imperturbable, las mismas rutinas, siempre las mismas pues todo se repite allí del modo más incesante y mortal. 

Enrique Vila-Matas
Mac y su contratiempo
Ed. Seix Barral, 2017