domingo, 7 de enero de 2018

Leyendo


Un matin d'hiver au café du Dôme,1928

Intimidad


Jamás había conocido a una mujer que desease tanto ser deseada, ni a una mujer que lo temiese tanto. Jamás había conocido a nadie que llegase y se marchase tantas veces, no solo a lo largo del día, sino durante una hora. Yo prefería que ella no saliera, y no tardé en reprocharle que tuviese una vida al margen de mí, lo cual me parecía una infidelidad. Esto es lo que metía en el bolso cada vez que salía: horquillas, pasadores y peines; cajitas de madera que contenían joyas indias baratas y hachís; protector labial, crema para los pezones; cintas con el sonido del mar o tal vez de delfines, pájaros o ballenas; manzanilla; una jirafa de peluche; postales y fotografías de gatos; ropa interior y otros accesorios del extraño equipaje imprescindible para las chicas que no paran quietas, además de cierta cantidad de ropa mía, entre otras cosas camisas, calcetines y mis mocasines. Entonces, caminando sobre sus largas piernas, acompañada por un puñado de buenas intenciones y con la cabeza llena de caprichos se dirigía hacia la puerta como si la persiguieran. A mí me inquietaba pensar qué era lo que encontraba tan excitante fuera…, hasta que empecé a preguntarme qué encontraba especialmente excitante dentro. Me percaté de que cuanto más me amaba, más necesidad tenía de recordarse a sí misma que estaba sola. Comprender esto casi me destrozó, mientras, desde la ventana, contemplaba cómo se marchaba y la despedía moviendo la mano. Pero finalmente lo entendí.

Hanif Kureishi
Intimidad
Ed. Anagrama, 2006
Trad. Mauricio Bach

Fot. Julia Hetta
Cate Blanchett