jueves, 21 de diciembre de 2017

La casa


LA CASA

Me adentraba en ella -ante mí en la cubierta del libro-,
en su planta cuadrada y un silencio en sus muebles que adivino o invento:
podría pintarla como cuando era niña y abrir con una cuchilla sus ventanas,
porque ella era mi mundo inserto en otro mundo de intimidad discreta
que yo invadía y daba a los demás.
Lo que en ella pasaba -un perro, una bombilla- me resultó feliz.


Fot. The evil reader
The North's little house

Hermanos


Veo ahora en retrospectiva la escena última de mi adiós: mudo, inmóvil, despidiéndome en silencio en el rellano, y luego esperando a que se cierren las puertas metálicas del ascensor y, justo cuando eso ocurre, a causa de la excesiva bebida ingerida, llorando en silencio mientras me digo: somos hermanos, pero mis palabras siempre acaban pareciéndome una especie de suceso metafísico que ella nunca puede llegar a conocer plenamente. Y viceversa. No importa cuánto se viva, no importa cuanto se ame, permanecemos siempre confinados en cada uno de nosotros mismos. Y eso que somos hermanos.

Enrique Vila-Matas
Mac y su contratiempo
Ed. Seix Barral, 2017