lunes, 1 de agosto de 2016

Árboles castrados


Árboles castrados. Conmueven. Parecen tan humildes, tan inocentes. Su postura es la misma que antes, cuando cada brazo refulgía de verdes dorados. Árboles cortados. Erguidos a pesar de todo. Dulce espera de la primavera. Recuerdan las hojas caídas. Recuerdan las sombras gigantescas. Esperan y Esperan. Nada se reemplaza. Ya vendrán grandes ramas que , a lo mejor, serán más bellas que las anteriores ¿Por qué no podrá sucedernos lo mismo? Florecer. Un golpe de hacha. Desnudez impúdica y digna. Espera. Nuevos brotes. Otro florecimiento. Y luego lo mismo y lo mismo. Es decir que anhelo un golpe de hacha que quiebre mis ramas actuales. Quedarme desnuda y esperar sonriente.

Alejandra Pizarnik  Diarios
Ed. Lumen, 2003

Hasta que se disuelve en mi


Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo y ésta es mi love story. Hace treinta y cinco años que prenso libros y papel viejo, treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia, una más entre las muchas de las cuales, durante todo este tiempo, habré comprimido alrededor de treinta toneladas. Soy una jarra llena de agua viva y agua muerta, basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años me he amalgamado con el mundo que me rodea porque yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos.

Bohumil Hrabal  Una soledad demasiado ruidosa
Ed. Galaxia Gutenberg, 2012
Trad. Monika Zgustova

Fot. Retrato de Bohumil Hrabal, anónimo