martes, 7 de agosto de 2018

Histeria


Histeria

Mientras ella reía fui consciente de estarme envolviendo en su risa y ser parte de ella, hasta que sus dientes fueron sólo accidentales estrellas con talento para marchas militares. Fui atraído por cortos suspiros, inhalados a cada recuperación momentánea, perdido finalmente en las oscuras cavernas de su garganta, pulverizado por el oleaje de músculos invisibles. Un camarero mayor con manos temblorosas estaba apresuradamente extendiendo un mantel rosado y blanco sobre la herrumbrosa mesa verde de hierro, diciendo “Si la dama y el caballero desean tomar el té en el jardín, si la dama y el caballero desean tomar el té en el jardín…”. Yo decidí que si el palpitar de sus pechos pudiese ser detenido, algunos de los fragmentos de la tarde podrían ser recogidos, y concentré mi atención con cuidadosa sutileza a este fin.

T. S. Eliot
Trad. Fernando Vargas