jueves, 24 de mayo de 2018

Galvánico


Si, al menos, pudiera reducirlo a una manualidad diaria, o digamos dos, ¡o tres! Pero, teniendo por delante la perspectiva de la nada, el caso fue que empecé a batir todas mis marcas. Antes de las comidas. Durante las comidas. En la mesa, me levanto de un salto y me agarro teatralmente el vientre: ¡Diarrea!, grito, ¡me ha venido una diarrea! Y, una vez encerrado en el cuarto de baño, me enfundo la cabeza en una prenda interior que he robado del tocador de mi hermana y que llevo toda arrugada en el bolsillo, dentro de un pañuelo. El efecto de las bragas de algodón contra mi boca es tan galvánico —es tan galvánica la palabra «bragas»—, que la trayectoria de mi eyaculación alcanza nuevas alturas máximas, sorprendentes.

Philip Roth
El mal de Portnoy
Ed. Seix Barral, 2007
Trad. Ramón Buenaventura

Fot. Valerie Rosz