martes, 6 de marzo de 2018

Necesidades


Siempre creí poder realizar mi trabajo intelectual totalmente solo, sin ninguna clase de seres humanos, lo que tuvo que revelarse como un error, pero también el que realmente necesitamos a alguien es a su vez un error, necesitamos a un ser humano para ello y no necesitamos a ninguno, y unas veces necesitamos a alguien y otras veces no necesitamos a nadie y otras veces necesitamos a alguien y al mismo tiempo no necesitamos a nadie, ahora, en estos días, he vuelto a tener conciencia de este hecho, el más absurdo de todos; nunca sabemos, ni sabemos, si necesitamos a alguien o no necesitamos a nadie, ni si al mismo tiempo necesitamos a alguien y no necesitamos a nadie y, como no sabemos ni nunca sabemos lo que realmente necesitamos, somos infelices y por ello incapaces de empezar un trabajo intelectual cuando queremos, cuando nos parece acertado.

Thomas Bernhard
Hormigón
Ed. Alfaguara, 2012
Trad. Miguel Sáenz

Fot. Edward Steichen
Marion Morehouse, 1927

Nadie podía


II

Nadie podía en ti nacer ni morir.

Pero todo nacía en tus bordes lucientes,
la esperanza del sol, el cuerpo vivo 
de la luz, de las aguas extendidas,
las mismas aguas por las que avanzamos.

Y nada muere en ti,
nada salvo tú misma, 
en tus piedras no quedan sino signos
de nada y nadie. Queda
sólo la luz.

"Al cúmulo de octubre" 
(Antología poética: 1979-2015)
Visor de Poesía


Bartlebys


Todos conocemos a los bartlebys, son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo. Toman su nombre del escribiente Bartleby, ese oficinista de un relato de Herman Melville que jamás ha sido visto leyendo, ni siquiera un periódico; que, durante prolongados lapsos, se queda de pie mirando hacia fuera por la pálida ventana que hay tras un biombo, en dirección a un muro de ladrillo de Wall Street; que nunca bebe cerveza, ni té, ni café como los demás; que jamás ha ido a ninguna parte, pues vive en la oficina, incluso pasa en ella los domingos; que nunca ha dicho quién es, ni de dónde viene, ni si tiene parientes en este mundo; que, cuando se le pregunta dónde nació o se le encarga un trabajo o se le pide que cuente algo sobre él, responde siempre diciendo:
-Preferiría no hacerlo.
Hace tiempo ya que rastreo el amplio espectro del síndrome de Bartleby en la literatura, hace tiempo que estudio la enfermedad, el mal endémico de las letras contemporáneas, la pulsión negativa o la atracción por la nada que hace que ciertos creadores, aun teniendo una conciencia literaria muy exigente (o quizás precisamente por eso), no lleguen a escribir nunca; o bien escriban uno o dos libros y luego renuncien a la escritura; o bien, tras poner en marcha sin problemas una obra en progreso, queden, un día, literalmente paralizados para siempre.

Enrique Vila-Matas
Bartleby y compañía
Ed. Seix Barral, 2015

Fot. Vincenzo Balocchi