jueves, 29 de noviembre de 2018

La belleza imborrable


Al frente de la infantería estaba el teniente Zúbarev, que antes de la guerra había estudiado canto en el Conservatorio. A veces, por la noche, se acercaba con sigilo hasta las líneas alemanas y entonaba "Oh, efluvios de la primavera, no me despertéis" o el aria de Lenski de Eugenio Oneguin.
Cuando le preguntaban qué le empujaba a subirse a un montón de cascotes para cantar, aun a riesgo de poner en peligro su propia vida, Zúbarev eludía dar una respuesta. Quizás allí, donde el hedor de los cadáveres flotaba en el aire día y noche, quería demostrar, no sólo a sí mismo y a sus camaradas sino también a los enemigos, que las fuerzas destructoras, por muy poderosas que fueran, nunca podrían borrar la belleza de la vida.

Vasili Grossman
Vida y destino
Ed. Galaxia Gutenberg, 2007
Trad: Marta Debón

Fot. Bernard Plossu

Era


ERA

La sigues viendo: como si todavía 
estuviera esperando algo,
como si (aunque contra
su voluntad) quisiera
corroborar algo, algo que en su interior 
se agrandara hasta la convicción 
de que acaso es necesario volverse 
a alguien, pero como si fuera un nadie
que, precisamente ahora,
manifiesta que
no habría que echar a perder nada.
Pero ella, de pronto ya no
a cinco pulgadas del destino,
partió sin despedirse,
y eso hasta el olvido de sí misma
y hasta la conciencia de ser amada...

Vladimír Holan
de "Penúltimo "
Profundidad de la noche
Selección de Poesía y Prosa.
Ed. Galaxia Gutenberg, 2018
Trad: Clara Janés 

Fot. Bettie Page en la playa