martes, 29 de marzo de 2016

Nada


Nada
en mis manos nada
en mis cuadernos
nada en mis zapatos
nada en el sombrero
de mi madre, nada
en mis ojos
en mi casa
en el paisaje
entre las olas nada
bajo los bancos del parque
debajo de mi ropa empapada
entre las líneas que escribo
en las del diccionario
de sánscrito
en la tinta que se escapa
del bolígrafo
en mis palabras nada
nada sobre la nada
que describo
en cuatro letras
porque todo
lo que no cabe en ellas
se ha agolpado en el centro
de mi pecho
y late y luego
me devora
con la voracidad
de un animal hambriento.
hasta que no queda nada
de mi salvo esa nada
que todo lo vomita
mis ojos mis cuadernos
mi casa y el sombrero
de mi madre las cuatro
letras que la indican
y el mismo latido
feroz que me devora
pronunciando
tu nombre.
Juegos de magia

Chantal Maillard

Fot. anónima de Chantal Maillard aún niña

Suicidio en Alejandría


(Narraciones)

Suicidio en Alejandría.

13 y 22

Cuando pusieron la cabeza cortada sobre la mesa del despacho, se rompieron todos los cristales de la ciudad. "Será necesario calmar a esas rosas", dijo la anciana. Pasaba un automóvil y era un 13. Pasaba otro automóvil y era un 22. Pasaba una tienda y era un 13. Pasaba un kilómetro y era un 22. La situación se hizo insostenible. Había necesidad de romper para siempre.

12 y 21

Después de la terrible ceremonia se subieron todos a la última hoja del espino, pero la hormiga era tan grande, tan grande, que se tuvo que quedar en el suelo con el martillo y el ojo enhebrado.

11 y 20

Luego se fueron en automóvil. Querían suicidarse para dar ejemplo y evitar que ninguna canoa se pudiera acercar a la orilla.

10 y 19

Rompían los tabiques y agitaban los pañuelos. ¡Genoveva! ¡Genoveva! Era de noche y se hacía precisa la dentadura y el látigo.

9 y 18

Se suicidaban sin remedio, es decir, nos suicidábamos. ¡Corazón mío! ¡Amor! La Tour Eiffel es hermosa y el sombrío Támesis también. Si vamos a casa de lord Butown nos darán la cabeza de langosta y el pequeño círculo de humo. Pero nosotros no iremos a casa de ese chileno.

8 y 17

Ya no tiene remedio. Bésame sin romperme la corbata. Bésame, bésame.

7 y 16

Yo, un niño, y tú, lo que quiera el mar. Reconozcamos que la mejilla derecha es un mundo sin normas y la astronomía un pedacito de jabón.

6 y 15

Adiós. ¡Socorro! Amor, amor mío. Ya morimos juntos. ¡Ay! Terminad vosotros por caridad este poema.

5 y 14

4 y 13

Al llegar este momento vimos a los amantes abrazarse sobre las olas.

3 y 12

2 y 11

1 y 10

Un golpe de mar violentísimo barrió los muelles y cubiertas de los barcos. Sólo se sentía una voz sorda entre los peces que clamaba.

9

8

7

6

5

4

3

2

1

0

Nunca olvidaremos los veraneantes de la playa de Alejandría aquella emocionante escena de amor que arrancó lágrimas de todos los ojos.

Federico García Lorca