martes, 13 de febrero de 2018

He aquí el amor



He aquí el amor.
Repito:
He aquí el amor.

Pero mejor hablaremos de esta puerta.
Una puerta es una puerta
a la que yo golpeo día y noche,
a la que yo golpeo día y noche,
a la que yo golpeo día y noche.
Y aunque nadie responda,
y aunque nadie responda,
y aunque nadie responda,
el aire es el aire de todos los dias,
las plantas son verdes como siempre,
y el mismo cielo esférico me envuelve
lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo.
¿Pero, qué puedo yo decir del amor?
¿Qué puedo yo decir del amor?
¿Qué puedo yo decir del amor?
En cambio, esta puerta es indudable;
por ella entro y salgo día y noche
hacia los verdes campos que me esperan,
hacia el mismo cielo esférico y perenne.

¿Pero qué puedo yo decir del amor?
¿Qué puedo yo decir del amor?
¿Qué puedo yo decir del amor?
Mejor sigo hablando de esta puerta.


Eje


EJE

En tus ojos adormeces el tiempo:
torpe canción de cuna.

Las palabras no dichas
tiemblan mientras un mirlo
en contrapunto teje cada instante
con hilos de una noche
extraña, forastera.

Al menos si es que hablo de tu cuerpo y el mío.


Lily Cole for Vogue Japan
January 2008

El ignorante


Cuanto más envejezco, más crezco en ignorancia, 
cuanto más he vivido, menos poseo y menos reino. 

Todo lo que tengo es un espacio alternativamente 
nevado o brillante, pero nunca habitado. 

¿Dónde está el dador, el guía, el guardián? 

Permanezco en mi cuarto y de momento me callo 
(el silencio, como un sirviente, viene a poner un poco de orden), 
y espero a que las mentiras se aparten una a una: 
¿qué queda? ¿Qué le queda a quien muere 
que le impide morir? ¿Qué fuerza 
le hace hablar aún entre sus cuatro paredes?

De “El ignorante
Ed Pre-Textos, 2006
Ed. y trad.  Rafael-José Díaz

Piedra


Meterme en una piedra
ese sería mi camino.

Deja que otro se convierta en una paloma
o que rechine con el diente de un tigre.

Soy feliz de ser una piedra.

Por fuera la piedra es una adivinanza:
nadie sabe cómo resolverla.

Sin embargo dentro, debe ser fresca y silenciosa
aunque una vaca la pise con toda su fuerza,
aunque un niño la arroje a un río;
la piedra se hunde, lenta, imperturbablemente
hacia el fondo del río
donde los peces vienen a llamar en ella
y escuchan.

He visto salir chispas
cuando dos piedras se frotan,
así, quizás, dentro no esté oscuro después de todo;
quizás haya una luna que brilla
desde alguna parte, como detrás de una colina,
suficiente luz para descifrar
los extraños escritos, el mapa de estrellas
en las paredes interiores.

Piedra