martes, 3 de octubre de 2017

Somos luz


Somos luz, ¿sabe?, nada más que luz: somos la luz que se les ofrece a los bateadores de críquet al final del día, los ojos brillantes del amado, el resplandor de la cerilla de seguridad en la ventana del edificio alto, las estrellas y nebulosas en plena gloria nocturna, la luna creciente a través de los cables del tranvía, la lámpara de nafta brillando sobre la carretilla del vendedor ambulante... Cuando perdimos nuestro ser etéreo y nos encarnamos, nos ralentizamos, espesamos y congelamos en... -se agarró ambos lados de la cara y los agitó-..., en esto. El alma misma es un recuerdo que conservamos de los tiempos en que nos desplazábamos a la velocidad de la luz y con su densidad. La primera etapa de nuestra Disciplina aquí consiste en aprender cómo se recupera esa rarefacción, esa condición luminosa, para ser de nuevo capaces de ir a donde deseemos, a través de los cuernos de linterna, a través del cristal y, con el tiempo, aunque corramos el riesgo de partirnos por la mitad, a través del espato de Islandia, que es una expresión en cristal de la velocidad de la Tierra mientras corre por el Éter, alterando las dimensiones y creando una refracción doble... -Se detuvo ante la puerta-. Coma algo, es usted un buen chico.

Thomas Pynchon
Contraluz
Edit Tusquets
Trad. Vicente Campos

Fot. Saul Leiter

A song for Nina


A SONG FOR NINA

Voz que de lejos canta
tal las voces del sueño
agua de los cencerros
bajando la montaña.

Otra vez como entonces
retornas, corazón,
a tu distante amor
de caminos y alcores.

Ya no será la sombra
de los sauces tan fina,
ni el olor de las lilas
te andará por la boca.

Ya no veremos juntos
la vuelta de la tarde,
ni iremos a buscarte,
colmena entre los juncos.

El pichel de agua mansa
que bebías ansiosa
se secará en la sombra
morosa y solitaria.

Ah, mírate en el río
que se lleva tu imagen;
así se van las tardes
libres de ti, al olvido.

Inclinado, en el gesto
del que sacia la sed,
¿alguna vez veré 
tu cara entre mis dedos?

preludios y sonetos
Ed. Alfaguara, 2009

Fotograma de " Vampyr", 1932

El instante de la mirada


La mirada

Sólo cuando la mirada se abre al par de lo visible se hace una aurora. Y se detiene entonces, aunque no perdure y sólo sea fugitivamente, sin apenas duración, pues que crea así el instante. El instante que es al par indeleblemente uno y duradero. La unidad, pues, entre el instante fugitivo e inasible y lo que perdura. El instante que alcanza no ser fugitivo yéndose. Inasible. El instante que ya no está bajo la amenaza de ser cosa ni concepto. Guardado, escondido en su oscuridad, en la oscuridad propia, puede llegar a ser concepción, el instante de concebir, no siempre inadvertido.
Y así, la mirada, recogida en su oscuridad paradójicamente, saltando sobre una aporía, se abre y abre a su vez, "a la imagen y semejanza", una especie de, circulación. La mirada recorre, abre el círculo de la aurora que sólo se dio en un punto, que se muestra como un foco, el hogar, sin duda, del horizonte. Lo que constituye su gloria inalterable.

María Zambrano
La mirada
en De la Aurora
Ed. Turner, 1999

De la vida no busquéis


De la vida entre el múltiple conjunto de los seres,
no, no busquéis la imagen de la eterna belleza:
ni en el contento y harto seno de los placeres,
ni del dolor acerbo en la dura aspereza. 

Ya es átomo impalpable o inmensidad que asombra,
aspiración celeste, revelación callada;
la comprende el espíritu y el labio no la nombra,
y en sus hondos abismos la mente se anonada.

En las orillas del Sar