sábado, 16 de septiembre de 2017
Estallido
Éste es el diálogo más antiguo de la tierra.
La retórica del agua
estalla sobre el dogma de piedra.
viernes, 15 de septiembre de 2017
Yo no necesito tiempo
Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.
de "La voz a ti debida"
Fot. Galina Kurlat
Septiembre
-Entre los meses intermedios, cuál prefiere, ¿abril o septiembre?
-Septiembre. Es más femenino, más discreto, más misterioso. Parece una primavera vista en sueños. Todas las plantas, al perder lentamente su fuerza, pierden también algo de su realidad. Mire el mar, allí abajo. ¿No da la impresión de ser una atmósfera más que una masa de agua? Nunca como en septiembre, la unión del cielo y del mar es tan mística y profunda.
Gabriele D'Annunzio
El placer
Ed. Cátedra, 1991
Ed. y trad. Rosario Scrimeri
Foto: Edward Steichen
Arder
Si yo no ardo,
si tú no ardes,
si nosotros no ardemos,
¿cómo de las tinieblas
haremos
claridad?
Nazim Hikmet, 1934
jueves, 14 de septiembre de 2017
Recuerdos
Pavese… aquella primavera solía llegar a nuestra casa comiendo cerezas. (…) Desde la ventana lo veíamos aparecer por el fondo de la calle, alto, con su rápida forma de caminar: venía comiendo cerezas y arrojando lo huesos contra la pared con un tiro seco y fulminante. Para mí la derrota de Francia quedó unida para siempre a aquellas cerezas que él nos hacía probar cuando llegaba, sacándoselas una a una del bolsillo con su mano parsimoniosa y huraña.
Natalia Ginzburg
Léxico familiar
Edit. Lumen, 2007
Trad. Mercedes Corral
Soportales
Para los habitantes de la ciudad, los soportales constituyen una especie de agenda personal de piedra, ladrillo y adoquines. Uno puede ir a ver a sus acreedores, a su amor secreto, a su acérrimo enemigo, a su madre, al dentista, o a su amigo más antiguo; puede ir a su tienda de café favorita, a la oficina de empleo local, o a ese banco en el que se suele sentar profundamente solo, donde, tal vez, se recoloca la tirita que se ha puesto en el dedo para cubrir una verruga abierta y, adondequiera que vaya, irá siempre a cubierto. ¿Y en qué cambia eso nuestra vida? En nada. Pero bajo los soportales, el eco de la vida suena de otra forma. Y al caer la tarde, el Placer y la Desolación pasean de la mano por ellos.
John Berger
El toldo rojo de Bolonia
Edit. Abada, 2011
Trad. Pilar Vázquez
Pesan
La cuestión se reduce a estar vivo un instante,
aunque sea un instante no más,
a estar vivo
justo en ese minuto
cuando nos escapamos
al mejor de los mundos imposibles.
En donde nada importa,
nada absolutamente –ni siquiera
las grandes esperanzas que están puestas
todas sobre nosotros, todas,
y así pesan.
Foto: Duane Michals
miércoles, 13 de septiembre de 2017
Intensidad
No hay espacio ni tiempo, sólo intensidad.
Y todo lo domesticado carece de inmensidad.
Foto de Julia Hetta para AnOther, Spring\Summer 2013
Irina Kravchenko en "A little swelling"
Salvación por la palabra
Y sin embargo
en el comienzo de la mentira
en el movimiento ciego y apurado
y sin asilo
en el falso espejo de la palabra
está nuestra morada
y nos consume
y aprisiona con su palma de siglos.
Aceptar esta muerte morosa
el imperio de esta lenta podredumbre
y sin hoguera
sin resurrección acaso.
Aceptar la soledad de una frase
que destruye el mundo que rodea
en una imagen sin recuerdo
sin ojo.
Aceptar el altivo exilio de nombrar.
Aceptar
la débil esperanza de la profecía
y del oráculo
que nadie entendió.
Salvación por la palabra
De: Mutaciones, 1964
Foto: Philippe Bourgoin
En alabanza del aburrimiento
Cuando el aburrimiento los golpee, entréguense a él. Que los aplaste, que los sumerja, toquen fondo. En general, con las cosas desagradables, la regla es: mientras más pronto toquen fondo más pronto volverán a flotar. La idea aquí, para parafrasear a otro gran poeta de la lengua inglesa, es mirar de frente a lo peor. La razón por la que el aburrimiento merece semejante escrutinio es que representa el tiempo puro, incontaminado, en todo su repetitivo, redundante y monótono esplendor.
Para decirlo de alguna manera, el aburrimiento es nuestra ventana sobre el tiempo, sobre esas propiedades suyas que uno tiende a ignorar con peligro probable del propio equilibrio mental. En suma, es nuestra ventana sobre la infinitud del tiempo, es decir, sobre nuestra insignificancia en él. Esto es lo que cuenta, tal vez, en nuestro horror por los atardeceres solitarios y torpes, en la fascinación con la que a veces miramos una mota de polvo flotar en un rayo de sol, cuando en alguna parte repica un reloj, hace calor y nuestra fuerza de voluntad es nula.
Una vez abierta esa ventana, no intenten cerrarla; déjenla, por el contrario, de par en par. Porque el aburrimiento habla el lenguaje del tiempo y va a enseñarles la lección más valiosa de la vida -la que no obtuvieron aquí, en estos verdes prados-: la lección de su completa insignificancia. Será valiosa para ustedes, así como para aquellos con quienes se codeen. "Eres finito", les dirá el tiempo con voz de aburrimiento, "y hagas lo que hagas, desde mi punto de vista es fútil". Por supuesto que esto no será música para sus oídos; pero el sentido de futilidad, de significación limitada incluso para las mejores acciones, para las más ardientes, es mejor que la ilusión de sus consecuencias y el consiguiente autobombo.
Pues el aburrimiento es una invasión del tiempo en nuestro repertorio de valores. Pone nuestra existencia en perspectiva, con un resultado neto que siempre implica precisión y humildad. La primera, debe notarse, engendra la segunda. Mientras aprendemos sobre nuestro propio tamaño, más humildes y más compasivos nos volvemos con nuestros semejantes, con ese polvo flotante en un rayo de luz o ya inmóvil sobre la mesa. ¡Ah, cuánta vida hubo en esas motas! No desde nuestro punto de vista, sino desde el de ellas. Nosotros somos para ellas lo que el tiempo es para nosotros; por eso es que parecen tan pequeñas. ¿Y saben lo que dice el polvo cuando lo limpian de la mesa?
"Recuérdame",
susurra el polvo.
Nada podría estar más lejos de la agenda mental de ustedes, jóvenes y despiertos, que el sentimiento expresado en estos dos versos por el poeta alemán Peter Huchel, ya muerto.
Lo he citado porque me gustaría inculcar en ustedes la afinidad con las cosas pequeñas -semillas y plantas, granos de arena o mosquitos-, pequeñas pero numerosas. Cité estos dos versos porque me gustan, porque me reconozco en ellos y, si a ello vamos, en cualquier organismo vivo que debe ser limpiado de la superficie disponible. "Recuérdame, susurra el polvo". Y lo que oímos es que si de vez en cuando aprendemos algo sobre nosotros por cuenta del tiempo, quizás el tiempo pueda, a su vez, aprender algo de nosotros. ¿Qué habría de ser? Que aunque inferiores en significación, tenemos la ventaja de la sensibilidad.
En alabanza del aburrimiento (fragmento)Conferencia en la Universidad de Dartmouth, 1989
Texto completo
Foto: Kazuo Kitai
martes, 12 de septiembre de 2017
La belleza es mirada
En el caso de una película a partir de este libro, la niña no debería ser de una belleza exclusivamente bella. Sería tal vez peligroso para la película. Hay otra cosa en ella, la niña, algo ”difícil de evitar", de una curiosidad salvaje, de una falta de educación, de una falta, sí, de timidez. Una especie de Miss Francia en niña haría que toda la película se derrumbara. Más aún: la haría desaparecer. La belleza no hace nada. No mira. Es mirada.
Marguerite Duras
Notas al margen.
El amante de la China del Norte
Ed. Tusquets, 1998
Trad. Beatriz de Moura
Collage Katrien de Blauwer
Quien dice la sombra
Dice la verdad
Quien dice la sombra.
Edit Trotta, La dicha de enmudecer
Trad. José Luis Reina Palazón.
Foto del prólogo de Carlos Ortega
Amapolas en julio
Pequeñas amapolas, llamitas infernales,
¿es que daño no hacéis?
Se apagan y reviven. No puedo tocarlas.
En su fuego pongo las manos. Nada se incendia.
Contemplarlas me consume
Llameando así, su rojo ajado y brillante como piel
de alguna boca.
¡Una boca recién ensangrentada
pequeñas faldas sangrientas!
Hay efluvios que no puedo asir.
¿Dónde están tus opios, tus asquerosas cápsulas?
¡Si pudiera desangrarme y dormir! —
¡Si pudiera mi boca unir a una herida así!
Oh, vuestros líquidos rezuman en mí, cápsula de vidrio
Apagándose y aquietándose.
Mas, sin color, sin color. Descoloridamente.
Amapolas en julio
de "Ariel"
Versión Cecilia Bustamante
Foto: Irving Penn, 1984
lunes, 11 de septiembre de 2017
Ménage
MÉNAGE
"La vuelvo a ver ahora, ya no más sola, diferente,
en la habitación más profunda de la casa,
en la luz unida, sin color y sin tiempo, filtrada por las cortinas,
con las piernas estiradas sobre el diván, acurrucada
junto al tocadiscos que se mantiene bajo.
“No en esta vida, sino en otra”, fulgura su mirada alegre,
que sin embargo se evade, como ofendida
por la presencia del hombre que la limita y la aplasta.
“No en esta vida, sino en otra”, le leo con claridad en el fondo de las pupilas.
Es mujer no solo porque lo piensa, porque orgullosamente tiene esa certeza.
Y no es esta la última de sus gracias
En un tiempo como el nuestro, que, con todo, no le es extraño ni adverso.
“Conoces a mi marido, me parece”, y él despliega una sonrisa desafortunada,
tan lista como huidiza, casi con ganas de sacudírsela de encima
y empujarla hacia atrás, del otro lado de una pared de niebla y de años,
y mientras se me aproxima tiene el aire de quien avanza
íntimamente, como dos hombres, al punto de la cuestión.
“¿Hay algo que pueda rescatarse de los sueños?”, me pregunta,
fijando sobre mí sus ojos vacíos
y blancos, no sé si de torturador, en alguna “casona triste”, o de gurú.
“¿Algo de qué tipo?”, y la miro mientras irradia su ternura
hacia mí, desde el rubio de su mirada fluida y certera
y un poco se apiada de mí, creo, por estar debajo de esas garras.
“Los sueños de un alma madura para recoger lo divino
son sueños que dan luz; pero en un nivel más bajo
son indignos, expresión de lo animal, y basta”, agrega
y apunta sus ojos impenetrables que no se qué observan ni dónde.
No entiendo todavía si me interrogan
o continúa un discurso por su cuenta sin origen y sin fin
y ni siquiera si habla con orgullo
o algo oscuro e inconsolable le está llorando adentro.
“Pero para qué hablar de sueños”, pienso
y busco un nido por mi mente
en ella que está aquí, presente en este instante del mundo.
“¿Usted no está soñando ahora?”, me dice mientras sube por la calle
un grito de muchachos, de vidrio, que hiela la sangre.
“Tal vez, el límite entre lo real y el sueño…” murmuro
y escucho la punta de zafiro
en los últimos surcos sin noche, y lo enciendo.
“No en esta vida, sino en otra”, exulta más que nunca
y hace brotar una luz insostenible
su mirada, orgullosa, que ostenta otros pensamientos
que el hombre del que lleva, y tal vez los desea, las caricias y el yugo".
de "En el magma"
Trad. Diego Bentivegna
Foto: Guy Bourdin
Summer, 1977
Agua en la noche
Agua en la noche, serpiente indecisa,
silbo menor y rumbo ignorado:
¿Qué día nieve, qué día mar? Dime.
¿Qué día nube, eco
de ti y cauce seco?
Dime.
-No lo diré: entre tus labios me tienes,
beso te doy, pero no claridades.
Que compasiones nocturnas te basten
y lo demás a las sombras
déjaselo, porque yo he sido hecha
para la sed de los labios que nunca preguntan.
Agua en la noche
De: Presagios, 1923
Fot. André De Dienes
Greguería
En la noche acústica, se oye a lo lejos a los trenes que pasan diciendo "que-te-cojo, que-te-cojo", persiguiendo las distancias.
Ramón Gómez de la Serna
Greguerías
Foto: Henry M. Lester
Placido disc reflection, 1935
domingo, 10 de septiembre de 2017
Entenebrecido
Entenebrecido. Las maderas enterizas están de camino hacia mí, lo sé. Yace el mundo allí abajo en mí, el mundo. Pajizo, pronto arderé, el fuego del monte piensa ya detrás de mí. Sombreros de resplandor vienen danzando hacia aquí.
Paul Celan
Microlitos. Aforismos y textos en prosa
Edit. Trotta
Trad. Jose Luis Reina Palazón
Foto: Judith Steiner, 1981
sábado, 9 de septiembre de 2017
Meses y años
Los meses, serpenteando entre los días áridos, seguían su cauce y bajaban millas y más millas en pos de los años.
Dylan Thomas
El visitante
En Relatos completos.
Edit. DeBolsillo
Trad. Miguel Martinez-Lage
Fot. Joan Colom
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