lunes, 2 de mayo de 2016

El naufragio como salvación



Un día, en la época de los generales, la muchacha desapareció para siempre. Una vez más la poesía dice la ausencia, algo o alguién que ya no está. Poca cosa, una poesía, un cartelito puesto sobre un sitio vacío. Un poeta lo sabe y no le da demasiado crédito, pero le da aún menos al mundo que lo celebra o lo ignora.(-) No está mal llenar folios bajo las máscaras que se ríen burlonas y entre la indiferencia de la gente que está sentada en torno: Ese bondadoso desinterés corrige el delirio de omnipotencia latente en la escritura que pretende ordenar el mundo con algunos trozos de papel y pontificar sobre la vida y la muerte. Así la pluma se sumerge, se quiera o no, en una tinta desleída con humildad e ironía. El café es un lugar de la escritura. Se está a solas, con papel y pluma y todo lo más dos o tres libros, aferrado a la mesa como un náufrago batido por las olas. pocos centímetros de madera separan al marinero del abismo que puede tragárselo, basta una pequeña vía de agua y las aguas negras irrumpen calamitosas, se te llevan abajo. La pluma es una lanza que hiere y sana; traspasa la madera fluctuante y la pone a merced de las olas, pero también la recompone y le devuelve de nuevo la capacidad de navegar y mantener el rumbo.

Agarrarse a la madera, sin miedo, porque el naufragio puede ser también la salvación. ¿Cómo dice la vieja historia? El miedo llama a la puerta, la fe la va a abrir; fuera no hay nadie.¿Pero quién enseña a abrir? Desde hace tiempo no se hace otra cosa que cerrar puertas, es un verdadero tic; durante un momento se le da un suspiro de alivio, luego el ansia vuelve a aferrarse al corazón y uno quisiera atrancarlo todo, incluso las ventanas, sin darse cuenta de que de ese modo falta el aire y la migraña, en ese ahogo, martillea cada vez más las sienes, poco a poco se acaba por oír sólo el ruido del propio dolor de cabeza.

Claudio Magris  Microcosmos
Ed. Anagrama
Traducción: José Ángel González Sainz

Fot. Alberto Bevilacqua
Claudio Magris en El Antico Caffè San Marco, Trieste, Marzo 2009