miércoles, 31 de mayo de 2017

La losa


Y ahora quiero también que comprenda por qué, de pronto, me decidí a hablarle de mi propia vida. Cuando usted defendía a Madame Henriette y afirmaba con férrea convicción que veinticuatro horas eran suficientes para decidir la suerte de una mujer, yo me sentí de acuerdo con usted: me sentí agradecida a usted porque, por vez primera, me veía comprendida. Entonces pensé: una vez hayas confesado el secreto que pesa sobre tu alma, quizá logres librarte de esa opresión y de la obsesiva necesidad de mirar hacia el pasado; inmediatamente, mañana mismo, podrás volver a aquellos lugares, y entrar incluso en la misma sala donde se decidió tu destino, sin experimentar la menor sombra de odio ni hacia él ni hacia ti misma. Y, efectivamente, mi corazón se ha liberado de la losa que lo alumbraba, y ésta se ha hundido con todo su peso en el pasado, para no alzarse nunca más...

Stefan Zweig
Veinticuatro horas en la vida de una mujer
Ed. Acantilado, 2000
Trad. Maria Daniela Landa