viernes, 12 de mayo de 2017

Si yo fuera yo


Cuando no sé dónde guardé un papel importante y la búsqueda se revela inútil, me pregunto: ¿si yo fuera yo y tuviera un papel importante para guardar, qué lugar elegiría? A veces resulta. Pero muchas veces me quedo tan presionada por la frase “si yo fuera yo”, que la búsqueda del papel se vuelve secundaria, y empiezo a pensar. Mejor dicho, a sentir. Y no me siento bien. Pruebe: si usted fuera usted, ¿qué haría? De inmediato uno se siente intimidado: la mentira en que nos acomodamos resultó ligeramente corrida del lugar donde se había acomodado. Sin embargo, ya leí biografías de personas que de repente pasaban a ser ellas mismas, y cambiaban por completo de vida. Creo que si yo fuera realmente yo, los amigos no me saludarían en la calle porque incluso mi fisonomía estaría cambiada. ¿Cómo? No sé. La mitad de las cosas que yo haría si fuera yo, no las puedo contar. Creo, por ejemplo, que por cierto motivo acabaría presa en la cárcel. Y si yo fuera yo daría todo lo que es mío, y confiaría el futuro al futuro.“Si yo fuera yo” parece representar nuestro mayor peligro al vivir, parece la entrada nueva a lo desconocido. Pero tengo la intuición de que, pasadas las primeras llamadas locuras de la fiesta que sería, tendríamos al final la experiencia del mundo. Bien sé, experimentaríamos finalmente a pleno el dolor del mundo. Y nuestro dolor, aquel que aprendimos a no sentir. Pero también seríamos a veces invadidos por un éxtasis de alegría pura y legítima que no logro adivinar. No, creo que ya estoy de algún modo adivinándola porque me sentí sonriendo y también sentí una especie de pudor, el que se tiene ante lo que es muy grande.

Si yo fuera yo, de Revelación de un Mundo
Ed. Adriana Hidalgo, 2004