lunes, 26 de junio de 2017

Saber


Qué incomprensible era todo, y que triste, en realidad, aunque fuese tan hermoso. No se sabía nada. Se vivía y se corría por la tierra y se cabalgaba atravesando los bosques, y ciertas cosas parecían muy estimulantes y prometedoras y nostálgicas: una estrella al anochecer, una campánula azul, el verdor de los juncos en el estanque, los ojos de una persona o una vaca. Y a veces se tenía la impresión de que algo nunca visto pero largamente deseado estaba a punto de suceder, que iba a caer un velo descubriéndolo todo; pero luego transcurría el momento sin que sucediera nada, la adivinanza seguía sin solución, el secreto encantamiento intacto y, al final, uno llegaba a viejo y tenía aspecto astuto... o sabio... y seguía quizá sin saber nada, pero todavía esperaba y escuchaba.

Hermann Hesse
Narciso y Goldmundo

Fot. André Kertész