viernes, 1 de diciembre de 2017

Huérfanos de la soledad


HUÉRFANOS DE LA SOLEDAD

Una noche caminábamos tú y yo juntos.

La luna era tan brillante
que podíamos ver la senda entre los árboles.

Luego las nubes la escondieron
y tuvimos que tantear el camino
hasta que sentimos la arena bajo los pies desnudos
y escuchamos el rumor de las olas.

¿Recuerdas que me dijiste:
“Todo, fuera de este momento, es mentira”?

Nos desnudábamos en la oscuridad
al borde del agua
cuando arranqué el reloj de mi muñeca
y sin ser visto ni decir
nada, lo arrojé al mar.

Versión de Martín López Vega

#389 Kamaiso, 1999