martes, 6 de febrero de 2018

Luz en las tinieblas


Fue la sangre la que cubrió la tierra, y sólo aquellos que conservaban el deseo, que anhelaban más de lo que era posible, vieron el lucero del alba, cómo se alza en su belleza; lo vieron, pero no como si fuera la primera vez, aquel cielo nuevo y aquella tierra nueva de la que se habla en la Escritura, pues no hay palabra humana que no tenga en algún lugar su imagen y no hay amor que en algún lugar no se una con sus manos de alabastro. Y no hay sufrimiento que en algún lugar no llegue a las lágrimas liberadoras. Sea la desesperación o la fe lo que une nuestros días, los ojos demasiado tiempo acostumbrados a las tinieblas de nuevo verán, aunque sea una visión en la oscuridad, y si la reconocen, porque la oscuridad es negra, y si gritan su testimonio sobre la oscuridad, y si hablan con los ojos y con las manos, con todo lo que hay sobre el sabor de esta oscuridad, la oscuridad será negada. Pues si no hay más que tinieblas, cómo no iba a estar la luz en ellas. De ella se trata. 

Jiří Orten
Solo al atardecer
Ed. Pre-Textos, 1996
Trad: Clara Janés

Fot. Hans Malmberg
Tantolunden, Estocolmo, 1953