martes, 15 de mayo de 2018

El cuaderno gris


Si compro una máquina de afeitar que me venden como si fuese el último modelo, resulta que todo el mundo la tiene. Si voy a un restaurante que se acaba de abrir y que me ha recomendado una persona tenida por experta, constato que todo el mundo ha ido con más o menos provecho habiendo suscitado, generalmente, mucha crítica. Ésta es una ciudad en que todo el mundo lo sabe todo, que lo ha leído todo, que lo tiene todo, que lo ha visto todo. Sospecho que es una ciudad muy pequeña pero no estoy muy seguro. Encargado de la sección de Sucesos de un diario, un día, a las siete de la tarde, vi el cadáver de un hombre en la calle de la Cadena -muerto a consecuencia de un atentado social-. A las siete y media se lo dije a un amigo: ya lo sabía. Si tenéis la suerte privilegiada de que un poeta oscuro y extraordinario os lea sus versos inéditos y tenéis la debilidad -una debilidad puramente destinada a aumentar el optimismo literario- de comunicar la noticia a algún amigo, hacéis un papel ridículo. Los versos misteriosos son conocidos y valorados. No soy muy sensible a las sorpresas -porque no espero ninguna, naturalmente-. Sin embargo, cuando en Barcelona encontráis a un ignorante -de una cosa o de otra- aquilatado y auténtico, es una delicia. Por desgracia, no hay muchos. Vamos tirando en medio de personas notoriamente enteradas.

Josep Pla
El cuaderno gris
Ed. Destino, 1998
Trad. Dionisio Ridruejo