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jueves, 21 de junio de 2018

Balance


Yo nunca he podido hacer balance. Siempre estoy menos algo. Por lo tanto, tengo una razón para seguir adelante. Pongo toda mi vida en el balance, para que no produzca nada. Para no conseguir nada, tienes que poner a la vista una infinidad de cifras. Efectivamente: en la ecuación vital, mi signo es el infinito. Para no llegar a ninguna parte, hay que atravesar todos los universos conocidos: debes estar en todas partes, para no estar en ninguna. Para conseguir el desorden, debes destruir "toda” forma de orden. Para enloquecer, debes tener una tremenda acumulación de cordura. Todos los dementes cuyas obras me han inspirado estaban tocados por una fría cordura. No me han enseñado nada porque las hojas del balance que nos legaron habían sido falsificadas. Para mí, sus cálculos no tienen sentido porque las cifras han sido alteradas. Los maravillosos libros mayores con bordes dorados que hemos heredado poseen la horrible belleza de las plantas que han madurado durante la noche.

Henry Miller
Primavera negra
Ed. Edhasa, 2008
Traducción de Carlos Bauer y Julián Marcos

viernes, 1 de junio de 2018

Uno se da cuenta


Uno pasa imperceptiblemente de una escena, una edad, una vida a otra. De repente, al caminar por una calle, bien sea real o soñada, uno se da cuenta por primera vez de que los años han volado, de que todo esto ha pasado ya para siempre y que sólo permanecerá en el recuerdo; y entonces el recuerdo se mete más adentro con una extraña y absorta brillantez, y uno repasa esas escenas y esos acontecimientos perpetuamente, en sueños y meditaciones, mientras camina por una calle, mientras se acuesta con una mujer, mientras lee un libro, mientras habla con un desconocido... de repente, pero siempre con una extraordinaria exactitud, estos recuerdos se entremeten, surgen como fantasmas y penetran en cada fibra del propio ser. En lo sucesivo, todo se mueve en niveles cambiantes: nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestras acciones, nuestra vida entera. Un paralelogramo en el que caemos desde una a otra plataforma de nuestro escenario. De aquí en adelante caminamos divididos en millares de fragmentos, como un insecto con cien pies, un ciempiés con movimientos suaves y ondulantes que se embebe en la atmósfera; caminamos con filamentos sensibles que se embeben ávidamente del pasado y del futuro, y todo se derrite en músicas y penas; caminamos contra un mundo unido, afirmando nuestro desacuerdo. Cuando caminamos, todas las cosas se rompen en millones de fragmentos irisdicentes. La fragmentación de la madurez. El gran cambio. En la juventud, éramos íntegros y el terror y el dolor del mundo nos penetraron por completo. No había una clara separación entre la alegría y el pesar: se fundían en una sola cosa, al igual que nuestras horas de lucidez se funden con el sueño y el dormir. Nos levantamos por la mañana siendo unos seres, y por la noche, completamente ahogados, bajamos a un mar empuñando las estrellas y la fiebre del día. 

Henry Miller
Primavera negra
Ed. Edhasa, 2008
Traducción de Carlos Bauer y Julián Marcos

Collage Katrien de Blauwer