domingo, 14 de mayo de 2017

Sucede



Espacios blancos

Algo sucede y, desde el instante en que comienza a suceder, nada puede volver a ser lo mismo.

Algo sucede. O bien, algo no sucede. Un cuerpo se mueve. O bien, no se mueve. Y si se mueve, algo comienza a suceder. Y aun si no se mueve, algo comienza a suceder.

Viene de mi voz. Pero ello no significa que estas palabras sean siempre lo que sucede. Viene ya. Si sucede que yo hablo en este preciso instante, es sólo porque espero encontrar el modo de avanzar, de correr en línea paralela a cuanto avanza, y comenzar de este modo a encontrar el modo de ir llenando el silencio sin romperlo.

Pido a cualquiera que esté escuchando esta voz que olvide las palabras que dice. Es importante que nadie escuche con demasiada atención. Quiero, por así decirlo, que estas palabras se desvanezcan en el silencio del que provienen, y que nada permanezca como memoria de su presencia, como prueba del hecho de que en un tiempo estuvieron aquí y ahora ya no están, y de que durante su breve vida parecían no tanto decir algo en particular como ser aquello que sucedía al mismo tiempo que un cuerpo se movía en un cierto espacio, de que se movían al tiempo que todo lo que se movía.

Algo comienza y, desde ese mismo instante, deja de ser el comienzo, es otra cosa, algo que nos propulsa al corazón de lo que sucede. Si de repente nos detuviéramos y preguntáramos: “¿Adónde vamos?”, o “¿Dónde estamos?”, estaríamos perdidos, pues a cada instante dejamos de estar donde estábamos, nos hemos dejado irrevocablemente atrás, en un pasado que no tiene memoria, en un pasado borrado una y otra vez por un movimiento que nos lleva hasta el presente.

(...)

Sucede y, mientras sucede, nos olvidaos de dónde estábamos cuando comenzamos. Más tarde, cuando hayamos viajado a partir de este momento y cubierto la misma distancia que nos separa del comienzo, nos olvidaremos de dónde estamos ahora. Finalmente, todos volveremos al hogar y, si algunos de nosotros carecen de hogar, esto seguirá siendo cierto: que dejarán este lugar para ir adonde tengan que ir. Por poco que sea, la vida nos ha enseñado al menos una cosa: quienquiera que esté aquí ahora no esta

Paul Auster, 1979

Fot Duane Michals