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miércoles, 6 de febrero de 2019

Pretextos



La peonza de Kafka es un relato sobre un filósofo que pasa su tiempo libre acechando a los niños para poder apropiarse de sus peonzas mientras giran. Agarrar una peonza mientras está girando lo hace feliz por un momento, en la creencia de que “El conocimiento de una pequeñez, por lo tanto también, por ejemplo, de una peonza girando, bastaba para alcanzar el conocimiento general”. El disgusto sigue al placer casi de inmediato, y el filósofo arroja la peonza al suelo, se marcha. Aún así, la esperanza del entendimiento sigue inundándole cada vez que comienzan las preparaciones de los niños para hacer girar sus peonzas: “Cuando giraba corría tras ella poseído de la esperanza de una certeza, pero en cuanto sostenía ese burdo trozo de madera en la mano le daban náuseas”

El cuento trata del placer que obtenemos de la metáfora. El significado gira, permaneciendo en la vertical de un eje de normalidad que se alinea con las convenciones de la connotación y la denotación; sin embargo, girar no es lo normal y fingir una verticalidad normal mediante este movimiento fantástico es irrelevante. ¿Cuál es la relación entre esa irrelevancia y la esperanza de entender? ¿Y con el placer?

El cuento trata de la razón por la que nos encanta enamorarnos. La belleza gira y la mente se conmueve. Atrapar esa belleza sería entender cómo es posible esa estabilidad irrelevante en el vértigo. No obstante, el placer no necesita llegar tan lejos: correr poseído, pero sin haber llegado, es ya delicioso en sí mismo, un momento suspendido de esperanza viviente.

Suprimir esa irrelevancia no es el objetivo del que ama. Tampoco podemos creer que el filósofo vaya detrás del entendimiento. Más bien se ha convertido en filósofo (es decir, en alguien cuya profesión es deleitarse en el entendimiento) para darse a sí mismo pretextos por los que echar a correr tras la peonza.

Anne Carson
Eros. Poética del deseo

Fotograma de L'Eclipsse de Antonioni

viernes, 23 de noviembre de 2018

Impostora


Mi poesía personal es un fracaso.
No quiero ser una persona.
Quiero ser insoportable.
De amante en amante, el verdor del amor.
Fresco, refrescante.

La tierra no engendra una planta semejante.
¿Quién no termina siendo
una impostora?
Bebe todo el sexo que hay.
Aun así, muere.


viernes, 16 de marzo de 2018

El principio de asociación


XX
En el esfuerzo que uno hace por hallar su camino 
entre los contenidos de la memoria
(insiste Aristóteles)
es útil el principio de asociación:
«pasar rápidamente de un punto al siguiente.
Por ejemplo de leche a blanco,
de blanco a aire, de aire a húmedo,
tras lo cual uno recuerda el otoño 
en el supuesto de que esté tratando 
de recordar esa estación».

O suponiendo,
amable lector,
qué no estés tratando 
de recordar el otoño sino la libertad,
un principio de libertad que existió 
entre dos personas, pequeño y salvaje,
como son los principios, 
pero ¿cuáles son aquí las reglas?

Como él dice, 
la locura puede ponerse de moda.
Pasar entonces rápidamente
de un punto al siguiente,
Por ejemplo de pezón a duro,
de duro a cuarto de hotel,
de cuarto de hotel a la frase 
encontrada en una carta que escribió 
en un taxi el día que se cruzó 
con su mujer que iba caminando
por la otra acera, pero ella no le vio, 
se dirigía 
-así de ingeniosas son 
las combinaciones de ese estado de flujo 
que llamamos nuestra historia moral 
acaso no son tan claras casi 
como las fórmulas matemáticas
salvo que están escritas en el agua-
al juzgado
a presentar los documentos para el divorcio, 
una frase como qué sabor entre tus piernas.
Tras lo cual 
mediante esta facultad absolutamente divina, 
la «memoria de las palabras y las cosas»,
uno recuerda
la libertad.

¿Es eso yo? 
grita irrumpiendo el alma.

Almita, pobre animal incierto:

cuidado con este invento 
«siempre útil para aprender y vivir»
como dice Aristóteles, 
Aristóteles, que no tenía marido,
rara vez menciona la belleza
y es probable que de muñeca 
pasara rápidamente a esclava 
cuando trataba de recordar 
esposa.

Ed. Lumen, 2003
Trad. Ana Becciu

Mon Histoire avec les Pierres, 1999


domingo, 5 de noviembre de 2017

Escribe


Podrías 1

Si no eres la persona libre que quieres ser, busca un lugar donde puedas contar la verdad sobre ello. Contar cómo te va con todo. La franqueza es como una madeja que se produce a diario en el vientre, tiene que desenrollarse en algún lado. Podrías susurrar de cara a un pozo. Podrías escribir una carta y mantenerla guardada en un cajón. Podrías escribir una maldición en una cinta de plomo y enterrarla para que nadie la lea por mil años. No se trata de encontrar un lector, se trata de contar. Piensa en una persona de pie, sola en un cuarto. La casa está en silencio. La persona lee un pedazo de papel. No existe nada más. Todas sus venas se pasan al papel. Toma la pluma y escribe en él unos signos que nadie más va a ver, le confiere así como una plusvalía, y todo lo remata con un gesto tan privado y preciso como su propio nombre. 

Anne Carson

Fot. Renaud Monfourny
Anna Mouglalis

martes, 24 de octubre de 2017

Un lugar en ruinas


Charla breve sobre adónde viajar.

Me fui de viaje a un lugar en ruinas. Había tres portones entreabiertos y un alambrado roto. No eran las ruinas de nada en particular. Allí llegó un lugar y se estrelló. Quedaron, luego de eso, las ruinas de un lugar. Y la luz se posaba sobre ellas.

Anne Carson
Charlas breves
Zindo & Gafuri, 2015.
Traducción: Ezequiel Zaidenwerg

Foto: Ikko Narahara